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Bancos versus cajas de ahorro

El relevo en la presidencia de la Asociación Española de Banca (AEB), con la designación de José María Roldán, como nuevo responsable de la entidad, ha puesto de nuevo sobre la mesa el viejo debate que hasta ahora existía en el sistema financiero estatal entre el modelo de los bancos y el de las cajas de ahorro. Está claro que gracias a la crisis, a los grandes desmanes de algunos responsables de esas entidades de crédito, a la troika (Fondo Monetario Internacional, Banco Central Europeo y Comisión Europea) y a las directivas de Basilea, en todas sus versiones para llegar a la tercera actual, los bancos han ganado a las cajas y que el actual sistema financiero estatal está absolutamente bancarizado con la excepción de dos pequeñas cajas de ahorro como son la de Onteniente y Pollensa.

Esta realidad que nace de la politización y de la instrumentalización partidaria de algunas cajas de ahorro, sobre todo, Caja Madrid, las de Levante, algunas de Cataluña y Andalucía o por ser más cercanos el expolio que UPN hizo de Caja Navarra, no invalida para reconocer que este modelo de entidad financiera ha contribuido de manera importante al desarrollo de la economía y de las empresas en sus territorios y, a través de sus Obras Sociales, tratar de cohesionar a las sociedades donde estaban implantadas dando protección a los sectores más desafavorecidos.

Las cajas de ahorro han sido durante muchas décadas las únicas ONG que existían para paliar las deficiencias que el sector público era incapaz de subsanar gracias a que sus dividendos no iban dirigidos a unos accionistas, sino que se transformaban en aportación social para tratar de hacer una sociedad más justa. En el caso de Gipuzkoa, basta hacer un repaso de algunas entidades surgidas desde la Obra Social como La Gota de Leche, Escuela Fraisoro, el Centro Nazaret, el Patronato San Miguel, las colonias de Rivabellosa o Etxarri Larraun, o el todavía existente Onkologikoa, por no hablar de todas las ayudas, a través de subvenciones y becas, que se han repartido en apoyo a la educación, al euskera y a la investigación, para tener una idea precisa de la gran contribución que las cajas de ahorro han tenido a la hora de tratar de cohesionar la sociedad en la que estaban implantadas.

Por eso, creo que no es justo y es obviar de manera intencionada a la historia que el consejero delegado de Banco Sabadell, Jaume Guardiola, dijera el pasado jueves en Barcelona, con motivo de la presentación de los resultados del primer trimestre de la entidad, que "las cajas no han sido capaces de salir adelante por una estructuras de gobierno que no eran adecuadas y porque no tenían capacidad para acceder al mercado para capitalizarse".

A Guardiola, dentro de esa línea de desprestigio que en los últimos años ha caracterizado a los banqueros contra las cajas hasta que han conseguido su desaparición, se le ha olvidado que, como en toda regla, hay dos excepciones. Una, está muy cerca de la sede en Barcelona del Banco Sabadell, como es Caixabank, y la otra, un poco más lejos, como es el caso de Kutxabank. Las dos únicas cajas, ahora transformadas en bancos por imperativo legal, que han sido capaces de mantenerse con sus propios recursos sin recibir ninguna ayuda de fuera, como ha podido ser el caso de otras entidades financieras que han visto engordar sus activos, ampliar su zona de influencia y ganar cuota de mercado a precios políticos, debido a la situación de quiebra de entidades a la que llevaron directivos codiciosos y sin escrúpulos bajo el amparo del poder político local.

Otro mérito de las cajas de ahorro que se olvida por parte de aquellos, que se han dedicado al negocio de comprar y vender dinero con el objetivo de repartir el correspondiente dividendo al accionista, es que las cajas de ahorro han sido el sostén del desarrollo de muchos proyectos estratégicos industriales y de infraestructuras en los territorios donde estaban asentadas y en un antídoto a la deslocalización o desaparición de empresas que, en algunos casos, son referente mundial y siguen generando riqueza en el entorno donde se ubican. En el caso de Euskadi, por no entrar en detalles, es paradigmática la relación de aquellas empresas, en algunos casos tractoras de su sector, y que se sitúan en sectores estratégicos muy importantes,donde la presencia de las cajas de ahorro ha sido determinante.

También habría que recordar el papel de impulso de las cajas de ahorro en el desarrollo de la pequeña empresa y el comercio o las líneas de crédito hipotecario para la compra de vivienda, cuando el resto del sector financiero estaba ausente o presentaba ofertas muy poco interesantes.

Guardiola quiere aprovechar el cambio en la presidencia de la AEB para proyectar una imagen positiva de la banca, y poner en valor el sacrificio que han tenido que hacer los bancos en la reestructuración del sistema financiero del Estado, desde la fusión de los fondos de garantías de depósitos de bancos y cajas, los EPA (esquemas de protección de activos) a cargo del Fondo de Garantías cuando deberían haber sido por el FROB, la creación de Sareb, o el rescate de las preferentes de NCG Banco y Catalunya Banc.

El consejero delegado de Banco Sabadell, que en Euskadi está teniendo una penetración importante al aumentar su volumen de negocio en el primer trimestre del año en un 6% en la CAV y un 15% en Navarra, con unos incrementos de 9.400 millones de euros y 1.783 millones, respectivamente, en su deseo de proyectar el papel positivo que los bancos han tenido en el rescate del Estado español, se le olvida la gran contribución que los ciudadanos hemos hecho para evitarlo. No solo con la aportación de recursos públicos destinados al rescate de las entidades financieras, sino en términos de aumento de la desigualdad social, devaluación de salarios o pérdida de poder adquisitivo. Y todo ello, por una crisis, la peor y la más larga conocida hasta ahora, de la que no somos responsables y cuyo origen está, precisamente, en el sistema financiero.