aquellos que últimamente acusan al Gobierno Vasco de estar en la inacción y de preocuparse más por los presos de ETA que de la economía y el empleo han tenido su respuesta en el contenido del borrador del Plan de Industrialización 2014-2016 que NOTICIAS DE GIPUZKOA avanzó el pasado jueves, en el que el Ejecutivo de Iñigo Urkullu va a invertir a lo largo de toda esta legislatura ni más ni menos, que 575 millones de euros (más de 95.000 millones de las antiguas pesetas) en sacar cuanto antes a Euskadi de la crisis desde el mantenimiento y reforzamiento de la industria como base en la que se sustenta la economía vasca.
El plan elaborado por el Departamento de Desarrollo Económico, que lidera la consejera Arantza Tapia, va a a ser el eje central de actuación del Gobierno Vasco a lo largo de esta legislatura, desde el principio de que la industria productiva, -aquella que nos ha permitido entrar más tarde a la crisis y poder salir cuanto antes de ella-, significa el 23% del PIB vasco, por encima del peso que tiene en otros países europeos, concentra a 11.743 empresas y da empleo a 163.925 personas, lo que significa el 22% de la población ocupada vasca.
Desde esta apuesta por la industria, en lo que supone el ADN de la economía vasca, el elaborado documento de 59 páginas redactado por el departamento de Arantza Tapia tiene un valor estratégico de primera magnitud por lo que supone de establecer las bases del potencial industrial vasco en el futuro y de preparar a nuestras empresas a una nueva situación que requiere de esfuerzos innovadores para su adecuación a los nuevos retos de un mercado cada vez más abierto y cambiante.
Frente aquellos que decían que la mejor política industrial es la que no existe o aquellos gobiernos, como el caso del actual del PP, que carece de una estrategia en este terreno desaprovechando la crisis para sentar las bases de una economía productiva y crear inseguridad jurídica con la reforma eléctrica y los innumerables cambios fiscales, están otros que llevan varios meses trabajando en un plan cuyo contenido es compartido con diputaciones y agentes económicos y sociales del país para tener un diagnóstico común.
Aunque parezca obvio, probablemente, porque desde algunos sectores políticos se está careciendo de visión sobre la importancia que tienen las empresas en nuestra economía, el hecho de que se haya elaborado un plan desde el principio de que las empresas industriales vascas "necesitan apoyo para superar una crisis que se prolonga ya seis años" revela no solo un conocimiento real del entorno en el que se vive, sino la responsabilidad que una institución pública debe tener para desde el análisis preciso de la realidad proyectar las bases de futuro de nuestra economía.
"En Euskadi necesitamos un liderazgo eficaz, responsable y riguroso en la gestión, enmarcada por la limitación de recursos y apostar por políticas públicas enfocadas a los retos estratégicos a los que nos enfrentamos como país". Esta afirmación recogida en el documento es una de las razones por las que se fundamenta esa necesaria actuación del Gobierno Vasco en el planeamiento industrial, que ha estado ausente en toda la anterior legislatura.
Por eso, hay que dar la bienvenida a una iniciativa que ha puesto negro sobre blanco los parámetros de actuación que van a servir para "la creación de sólidas bases para una nueva etapa de crecimiento".
Al margen de la importante dotación económica que el plan destina, de los que 187,4 millones de euros se invertirán ya este año, el documento aporta importantes novedades de carácter estratégico como son la diversificación de proyectos industriales estratégicos y el fomento de la inversión en aquellos que tengan capacidad de arrastre, junto con un nuevo modo de afrontar la clusterización de las empresas no desde un punto de vista sectorial, sino desde la existencia de las cadenas de valor en la actividad industrial que van desde la investigación de un producto hasta su colocación en el mercado.
La apuesta por la industria avanzada también se conforma como uno de los grandes retos a la hora de la transformación de nuestras actividades productivas más tradicionales a otras con un mayor componente tecnológico que aporte calidad y valor añadido, frente a un entorno de costes y precios bajos. Para ello, hay que buscar actividades altamente productivas para lo que hace falta procesos de fabricación más inteligentes y robotizados.
Un aspecto que me ha llamado poderosamente la atención es la decidida apuesta que el departamento de Arantza Tapia hace de la participación de los trabajadores en las empresas, más allá de la gestión, sino también en el capital, hasta el punto de plantear, al margen de la creación de un fondo de capital riesgo, la puesta en marcha de un programa de asesoramiento para los trabajadores, así como la exploración de fórmulas fiscales de apoyo por parte de las Haciendas forales.
Precisamente, este es uno de los aspectos que más está influyendo para que la participación de los trabajadores en la propiedad de las empresas no esté teniendo el desarrollo que debiera por la ausencia de estímulo institucional a una cuestión que supone, al margen del aumento de la competitividad de las propias compañías, su arraigo en el entorno y un blindaje frente a estrategias deslocalizadoras como hemos visto, recientemente, en Gipuzkoa.
El Concierto Económico debe ser el instrumento en el que deben descansar todas las políticas estratégicas de este país, fundamentalmente, las económicas y las industriales, porque gracias a sus potencialidades intrínsecas y dentro de la colaboración público-privada, que hay que retomar de manera decidida, es posible entrar en sectores que ahora nos parecen imposibles de alcanzar.
¿Quién iba a decir hace unos años que Euskadi iba a ser un referente en el mundo en sectores como el aeronáutico o el de las energías renovables, algunos de ellos totalmente inexistentes?.
La apuesta por el mantenimiento y fortalecimiento de lo que ya tenemos debe ir en la misma dirección que la búsqueda de nuevos sectores en los que nuestras empresas pueden tener mucho que aportar. Ese es el gran reto que hay por delante.