A pesar de que los bancos dicen que tienen liquidez como para abrir el grifo del crédito, lo cierto es que la financiación en nuestras empresas sigue siendo un problema importante por las dificultades que existen en acceder a esos recursos en condiciones ventajosas. Ahora que parece que la banca abre la mano del crédito resulta que las empresas ?aquellas que han podido sobrevivir gracias a sus reservas y fondos propios? han llegado tan exhaustas y tan tocadas en su balance que no resultan atractivas para que los bancos depositen de nuevo su confianza por el riesgo que conllevan.Los bancos, para justificar esos temores a activar el crédito dentro de unos parámetros de riesgo aceptables, suelen justificarse diciendo que no hay proyectos atractivos, como si mantener una empresa y haber sido capaz de haber llegado hasta aquí no fuera lo demasiado solvente como para realizar una inversión desde un planteamiento de la sostenibilidad de nuestra economía y, por ende, del mantenimiento de los puestos de trabajo. El miedo a aumentar la mora y las exigencias cada vez más restrictivas de las entidades reguladoras a tener que provisionar las inversiones fallidas es lo que está haciendo que esas ofertas de algunas entidades bancarias de abrir nuevamente el crédito tienen más que ver con una batalla comercial por resituarse en el mercado tras los primeros visos de un cierto repunte del crecimiento que algo efectivo.Una vez concluida la fase de reestructuración del sector financiero, parece que aquellos que han recibido ayuda ?-según algunos analistas, por valor de 130.000 millones de euros? para su saneamiento y rescate aporten a la sociedad aquello que se les ha proporcionado entre otras cosas para consolidar un sistema de reparto de la riqueza, mayor bienestar social y evitar esa fractura que la crisis nos ha traido en forma de una mayor desigualdad social. Como muy bien decía el lehendakari Iñigo Urkullu en el Global Forum Spain celebrado hace unos días en Bilbao, los rescatados por todos tienen que salir ahora al rescate de los demás.Por lo visto ese mensaje sigue sin calar a tenor de la actuación de algunos bancos, como el caso del Santander, que ha hecho primar sus intereses por encima de las de un grupo como el de Cegasa, que se ha visto obligado a entrar en concurso al retirar sus vías de financiación que servían para mantener el circulante de la empresa. Del pool de bancos que daban soporte financiero a Cegasa, el Santander ha sido el único que ha decidido abandonar el barco.Este no es el único caso que se ha producido en nuestras empresas en los últimos años. Muchas de ellas han cerrado, no porque no tenían futuro en el negocio y expectativas de recuperación, sino porque algunas entidades bancarias han priorizado sus intereses cortoplacistas a tener que aguantar durante un tiempo con la perspectiva de recuperar la inversión, obligando al resto a ejecutar al quedarse solos.Esta es una realidad que te la cuentan ejecutivos de entidades financieras cuando se habla de la situación de nuestras empresas y que te reconocen que hay compañías con buenas instalaciones y con un gran futuro por delante a poco que la economía crezca un poco que se han cerrado por la retirada de unos bancos, sabiendo las consecuencias que ello derivaría.. De la misma forma que hay empresarios dispuestos a poner en marcha nuevos negocios o reactivar esas empresas cerradas que no lo pueden hacer, precisamente, por la falta de financiación financiera.Por eso es más que urgente establecer otras fórmulas de financiación, al margen de las entidades bancarias, para consolidar y desarrollar nuestra economía e invertir en nuestras empresas. Parece que puede ser complicado llegar a la situación de Estados Unidos, donde el 80% de la financiación de las empresas no procede de la banca, a tenor de los ausencia de modelos de eficiencia que existe, por lo que es necesario establecer nuevas formulaciones para que estar prevenidos ante una nueva situación de crisis.Hace unos días el máximo responsable en Euskadi de un banco estatal me comentaba la curiosidad que le supuso conocer cómo un cántabro que ha hecho fortuna con sus empresas en México fue capaz de convencer a dos fondos de capital de ese país para invertir no en una gran compañía radicada en Cantabria o para crear un nuevo negocio inexistente en ese territorio, sino en algo tan ocioso como puede ser un tren que va a discurrir por el interior del parque de Cabárceno, con el fin de contenplar mejor a los animales que allí se encuentran. La operación, que tiene un coste de varios millones de euros, es una especie de contribución, nostálgica si se quiere, a la tierra que le vió nacer.Lo insólito de la operación hizo que viniera a nuestra mente esa tradición que existe en varias regiones de la cornisa cantábrica en la que oriundos que han hecho grandes fortunas en el exterior, sobre todo en países de Sudamérica, inviertan su capital en sus regiones de procedencia con el fin de estimular su economía. Es el caso de un asturiano afincado en México que construye los barcos de su naviera en astilleros de Asturias y no en su país de residencia o en Estados Unidos, por poner un ejemplo. Por no decir de los gallegos que a pesar de la distancia mantienen estrechos vínculos con su tierra de origen. Inditex puede ser un ejemplo.Y la pregunta que sale al conocer estos casos es porque Euskadi ha sido capaz de poner en marcha un fondo con recursos provenientes de la diáspora vasca, una especie de crowdfounding para la financiación de nuevos proyectos empresariales y el mantenimiento de aquellas compañias que se consideren estratégicas, evidentemente, garantizando en todos los casos la rentabuilidad de la inversión.Con los recursos económicos que disponen muchos vascos y descendientes de vascos en países de Sudamérica, México y Estados Unidos, las estrechas relaciones que existen con las red de Euskal Etxeak repartidas por todo el mundo, la existencia de instituciones de tanto prestigio en le exterior como Eusko Ikaskun-tza, proponer la constitución de un fondo para formentar la inversión en Euskadi, como un vínculo más de proximidad y compromiso entre el país y la diáspora, se antoja, cuando menos, como una idea que puede ser posible, siempre y cuando se plantee con las necesarias garantías. En Catalunya pusieron en marcha hace años una iniciativa parecida que fracasó porque las gestión de los fondos se realizaba desde una institución pública como la Generalitat, con lo que muchas veces las inversiones no ofrecían la rentabilidad necesaria para su mantenimiento, solían realizarse desde otro tipo de intereses en los que se descuidaba ese factor esencial para un inversor. Por eso es necesario que su gestión se realice desde una entidad financiera independiente.Vista la experiencia, parece que, aunque en un principio pueda ser laborioso, la constitución de este fondo de la diáspora puede ser un instrumento financiero clave para nuestra económica y un elemento de proyección, a la vez, del peso de Euskadi en el mundo. No se pierde nada por intentarlo. l