DEBO reconocer que guardo desde mi adolescencia un cierto sentimiento francófilo, que tiene mucho que ver con aquellas percepciones de los años jóvenes en donde se veía el otro lado del Bidasoa como el territorio donde se ubicaba la libertad, el progreso, la cultura e, incluso, si me apuran, hasta la civilización, cuando por estos lares una visita a tu casa de los policías de la Brigada Político-Social franquista, por supuesto, sin orden judicial, significaba, en el mejor de los casos, varios días de calabozo como medida disuasoria.Por eso, cruzar la muga significaba descubrir otra realidad tan diferente a la que vivías que el regreso siempre se hacia difícil por lo que significaba volver a la realidad de una dictadura en la que todo estaba bajo control. Estos días, con la crisis de Fagor Electrodomésticos, he vuelto a recuperar aquel sentimiento francófilo al ver la contundencia y la rapidez en la toma de decisiones con las que el Gobierno francés ha reaccionado ante el cierre de las cuatro plantas que la cooperativa vasca tiene en territorio galo.En menos de un mes, el Gobierno de François Hollande ha puesto en marcha un Fondo para el Desarrollo Económico y Social (FDES) con 300 millones de euros, de los que diez millones irán con destino a la planta de Fagor Brandt de Orleans para que reanude su actividad. La medida puede suponer también la reanudación de la producción de al menos dos de esas factorías en los próximos días.Pero lo importante es que el Gobierno francés ha sido capaz de convencer a los bancos para inyectar un crédito de cinco millones de euros de forma directa y otros nueve millones como retraso del pago de deudas anteriores, tomando como garantía el stock de producto terminado almacenado en las plantas. Y todo ello en medio de un proceso concursal en el que esos activos deberían estar paralizados para resarcir las deudas de los acreedores.La pregunta que uno se hace es por qué si el Gobierno francés ha sido capaz de actuar para recuperar la actividad de unas plantas productoras de electrodomésticos desde la perspectiva de evitar la desaparición de unas marcas emblemáticas en el mercado galo y la pérdida de 1.870 empleos, una operación similar no ha sido posible aquí.Si los franceses, en su envidiado chovinismo, entienden que marcas como De Dietrich, Brandt, Vedette o Sauter son tan francesas como La Marsellesa o la Tour Eiffel de París, porque en este país el Gobierno Vasco, en alianza con Corporación Mondragon y los bancos acreedores, no ha establecido un plan de choque para salvar aquello que era posible rescatar de las líneas de negocio de Fagor Electrodomésticos y mantener la actividad de alguna de sus plantas.El ministro SoriaTampoco por parte del Gobierno español se ha visto mucho interés por este asunto, ya que el ministro de Industria, José Manuel Soria, solamente se ha referido ?que se sepa?, una vez en público al caso de Fagor Electrodomésticos para anunciar la presentación del concurso de acreedores, tras una reunión mantenida con el presidente de Corporación Mondragon, Txema Gisasola. Por lo único que le hemos visto preocupado es por resolver la indemnización de Repsol por la expropiación de YPF en Argentina, dejando aparcados asuntos tan importantes como la factura eléctrica, la renuncia a las energías renovables o el conflicto de la taxe lease de los astilleros.Alguien puede poner como argumento de esta falta de actuación la posible intervención de Bruselas al considerar este tipo de actuaciones como ayudas de Estado. Una razón que puede caer por su propio peso cuando esta cuestión habrá sido tenida en cuenta por el Gobierno galo y, sin embargo, ha seguido adelante. Si este tipo de actuaciones gubernamentales son consideradas ayudas de Estado por parte de la CE, de la misma forma lo deben de ser para Francia, a no ser que en la UE haya dos Europas, la de Alemania y Francia, que hacen lo que quieren, y la del resto de los Estados, a los que se les aplica la normativa en contra de sus intereses soberanos.Y por si fuera poco, la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV) lleva más de una semana sin nombrar a su administrador concursal, con lo que el proceso de concurso de acreedores de Fagor Electrodomésticos no ha sido puesto en marcha con todo lo que ello significa de merma en el valor de los activos y de dificultades ante la posibilidad de recuperar alguna línea de negocio por la ausencia tan prolongada en el mercado. De la misma forma, que ahora se está produciendo por parte de algunos partidos políticos una especie de carrera para, aprovechando el trámite en JJGG para la aprobación de los Presupuestos forales de 2014, forzar a Bildu la puesta en marcha de un plan anticrisis. Cuando estamos viendo un goteo permanente de cierres y procesos concursales en empresas hasta el punto de que sólo en esta semana se han producido tres casos (TS Fundiciones, Grumal y Kanguros), parece que la presentación de iniciativas particulares no tiene mucho recorrido a juzgar por el caso que Bildu ha hecho a anteriores pactos con PNV y PSE, condicionados a la puesta en marcha de respectivos planes anticrisis.La situación es tan alarmante que es necesario que toda la oposición, que es mayoría en las Juntas Generales de Gipuzkoa, presente una norma foral de manera conjunta para la puesta en marcha de un plan que nos haga salir mejor de la crisis y situarnos en buenas posiciones en la recta de la recuperación . Lo que se ha perdido es imposible recuperar, pero lo que está claro es que hay que situar las bases para que ese largo proceso de recuperación, que el economista Guillermo de la Dehesa aventura que tendrá un plazo de diez años, Gipuzkoa esté preparada para el despegue y el crecimiento económico.