Urge repensar en Gipuzkoa
LA situación de concurso de acreedores en la que se encuentra Fagor Electrodomésticos, que con toda probabilidad será aceptada en los próximos días por el juez de lo Mercantil Número 1 de Donostia, Pedro Malagón, al margen de la situación de crisis de una empresa que ve paralizada su actividad al sobrepasar de manera importante el pasivo frente al activo, supone una buena excusa para realizar un ejercicio de reflexión sobre lo que se ha hecho mal y la responsabilidad que todos, unos en mayor y otros en menor medida, tenemos sobre la caída de lo que fue el germen de la experiencia cooperativa de Mondragon.La desaparición de lo que en nuestra memoria histórica supone Fagor como símbolo de una forma de hacer empresas, donde el centro no está en el rendimiento del capital invertido sino en las personas y en la generación de riqueza para crear más empleo, parece que no se va a modificar porque esa filosofía seguirá existiendo, aunque adecuándose a las nuevas circunstancias, sino en la pérdida de una compañía con todo lo que ello significa y la desaparición de 4.000 puestos de trabajo.Desde un plano de psicología social, la caída de Fagor Electrodomésticos ha supuesto un desplome importantísimo en el ánimo de la ciudadanía vasca, en general, y guipuzcoana, en particular, por lo que supone de icono de un modelo de empresa que iba bien y ha sabido responder a las crisis se habían producido hasta ahora.Ese efecto psicológico de Fagor Electrodomésticos no está tanto en el cierre de una empresa, que se lamenta mucho más cuando es cercana a nosotros, y aumenta su efecto por lo que supuso de proyecto innovador en un nuevo modelo de economía social, sino porque desde hace 50 años forma parte de nuestras vidas. ¿Quién a lo largo de su vida no ha usado o conocido un electrodoméstico, un calentador, una cafetera o una olla a presión con esta marca con la que nos identificábamos como algo nuestro, al tiempo que como vascos nos enorgullecíamos de ser capaces de hacer aquí lo que hasta entonces nos venía del extranjero?Por ello, la probable desaparición de lo que hasta ahora ha sido Fagor Electrodomésticos, al margen de los negocios que puedan salvarse del concurso de acreedores, nos lleva a la conclusión de que es urgente que entre los agentes políticos, empresariales y sociales de Gipuzkoa dejen a un lado sus diferencias estratégicas, aparquen sus confrontaciones, que no llevan a ningún lado, y se pongan juntos a establecer las líneas de futuro por donde debe de ir el territorio.Es necesario repensar Gipuzkoa, en lo que queremos que sea este territorio para marcar sus líneas estratégicas económicas de futuro, para que se mantengan los niveles de bienestar social en los que se halla, y para establecer nuevas actividades generadoras de empleo que permitan que nuestros hijos no tengan la necesidad de tener que irse al extranjero para poder encontrar un puesto de trabajo.No puede ser que en 2012 el flujo de jóvenes que emigró fuera de Euskadi aumentase en un 12,2% porque la demanda de profesionales del mercado laboral está por debajo de la capacitación profesional existente, según datos del Observatorio para el Desarrollo Socioeconómico de Euskal Herria, Gaindegia, No puede ser que un total de 22.399 jóvenes en edades comprendidas entre los 18 y 34 años hayan tenido que abandonar Euskadi para irse al extranjero porque aquí no hay trabajo.En vez de esta alocada carrera que hace unos días se instauró entre las instituciones forales guipuzcoanas y vizcainas para ver quién y mejor ayudaban a Fagor Electrodomésticos o a las filiales de ese grupo, lo pertinente es tomar la iniciativa para sentar las bases de nuevas actividades económicas que hagan que Gipuzkoa recupere su competitividad en áreas de alta tecnología y conocimiento, en contra de lo que le ha pasado a la cooperativa de Mondragon al ofrecer unos productos de tecnología media, donde no podía competir por ofertar productos a precios más altos que sus competidores. Fagor Electrodomésticos ha sido víctima de lo que los analistas económicos llaman efecto sandwich, donde los productos de calidad media han sucumbido frente a los de alta gama y a los de low cost procedentes de los países asiáticos. La crisis se está llevando por delante la clase media, como afirmó recientemente el presidente de Carrefour, Georges Plassat, con lo que los mercados se han polarizado en los extremos, dejando vacía la zona media.Con una comarca de Debagoiena que comienza a verse afectada por la crisis, al margen de que los 1.865 socios cooperativistas de Fagor Electrodomésticos puedan recolocarse en otras cooperativas del grupo, un municipio como Azpeitia que ha visto como en dos o tres años perder cerca de 700 empleos con el cierre de Corrugados Azpeitia, Azkue-Nueva Línea y ahora Grumal, lo que se pide con urgencia es formar una mesa, no sé si de crisis, en el que las instituciones, empresarios y sindicatos se reúnan para establecer las bases por donde va a discurrir el futuro de la economía guipuzcoana y establecer un escenario de progreso sostenible.Probablemente estoy planteando un modelo de colaboración público-privada que ha sido denostado por algunos más propensos a centrar sus preocupaciones en las basuras o en los peajes, pasando por alto la cruda realidad de esta crisis que, a pesar de llegar tarde, nos está afectando en todo aquello que creíamos hasta ahora invulnerable. Esa fórmula es la que ha demostrado hasta ahora una mayor eficiencia y ha hecho posible que sectores nuevos como el de las energías renovables o la aeronáutica tengan un gran peso en la economía vasca, a pesar de no formar parte de nuestro tejido productivo histórico. Es el momento de desarrollar nichos de mercado que ofrezcan nuevos desarrollos industriales (biotecnología, salud y energía...) sin olvidar aquellos que aún hoy ofrecen grandes posibilidades como máquina-herramienta y automoción. Es hora ya de fijar, entre todos, las bases de lo que va a ser la economía guipuzcoana para encarar la parte más complicada de esta crisis que va a ser la de la recuperación y recuperar ese capital humano que estamos dejando perder por una ausencia de perspectivas de futuro.