En 48 horas, los 230 trabajadores de la planta de Fagor Electrodomésticos de Basauri (Bizkaia) han pasado de la euforia a la desolación, de la alegría de saberse salvados de la voracidad de la crisis a verse engullidos por ella, aunque hay que reconocer, con el colchón de una Corporación que ha decidido su ubicación en otras cooperativas y en otras líneas de actividad que se van a crear dentro del grupo Mondragon. Algo de lo que, desafortunadamente, los trabajadores que se quedan en la calle en una empresa de capital carecen.

Esta situación ha puesto de relieve la alegría con la que algunos dirigentes institucionales y responsables empresariales actúan teniendo como objetivo el cortoplacismo a cualquier coste obviando que los problemas muchas veces son profundos y requieren del sosiego y una serenidad que hagan posible un análisis razonado para que los resultados sean los mejores posibles.

Parece que suena a chiste que en una reunión multipartita, más parecida a una asamblea que a un encuentro donde se pretende conseguir avances y resultados y donde algunos buscaban la foto, el máximo responsable institucional del territorio al oeste del Deba (léase Bizkaia) se lance a las primeras de cambio a salvar Edesa y poner encima de la mesa tres millones de euros -que para eso es de y se apellida Bilbao-, haciendo caso a un comentario de director general de Fagor Electrodomésticos, Sergio Treviño, sobre la posibilidad de que la planta pudiera desgajarse del concurso de acreedores. Esos tres millones de euros que avalaría la diputación vizcaina para pagar a los proveedores serían suficientes para reanudar la actividad de la planta.

Y sin mirar un solo papel, ni pedir un informe sobre la viabilidad de la planta, o conocer si jurídicamente la segregación es posible cuando Fagor Electrodomésticos y Edesa es la misma entidad, el diputado general del territorio al oeste del Deba se dio un baño de multitudes con los trabajadores de la planta de Basauri para comunicarles la buena nueva del rescate. Una escena propia de las fechas navideñas en la que el Olentzero esta vez venía vestido de traje y corbata.

Del mismo modo, llama la atención la bisoñez de la actuación del director general de Fagor Electrodomésticos, Sergio Treviño, al inducir semejante actuación política sin previamente conocer la opinión del Consejo Rector de la cooperativa, que no olvidemos está elegido por los propios socios cooperativistas. Parece que Treviño en estos seis meses que lleva al frente de una empresa de 5.000 trabajadores todavía no ha llegado a conocer cómo se funciona en el seno de una compañía cooperativa donde las decisiones se toman democráticamente. Una característica que, probablemente, frene la celeridad en la toma de decisiones, sobre todo, en una situación de crisis como la que vive Fagor Electrodomésticos, pero que es la esencia del modelo fundado por el Padre Arizmendiarrieta.

Treviño no es un hombre de formación cooperativa, ya que ingresó en el departamento de marketing de Fagor Electrodomésticos procedente de una consultora multinacional de renombre, para con el tiempo dirigir Fagor Brandt, es decir las cuatro plantas que la marca vasca tiene en Francia. Con la salida de Fabián Bilbao, fue llamado a dirigir la cooperativa, a pesar de que contar con algún rechazo en el seno de Corporación Mondragon.

Por lo que respecta a José Luis Bilbao, el diputado general del territorio al oeste del Deba, lo que de verdad le obsesiona es que en el "territorio rojo del Este" -como el denominó graciosamente a Gipuzkoa en una conferencia en el Foro Europa- gobierne una coalición como Bildu, que en temas de economía y política industrial presenta un nivel más bien bajo con la excusa de que la competencia es del Gobierno Vasco.

La obsesión es tal que impidió, utilizando malas artes y el poder de veto de uno de los siete centro de investigación que se unían, que la sede de Tecnalia estuviera en Gipuzkoa, del mismo modo que hace unos meses lanzó la idea de fusionar la Orquesta Sinfónica de Euskadi con la de Bilbao por aquello de ahorrar costes. Evidentemente, faltaría más, la sede estaría en Bizkaia.

La actuación de Bilbao al querer demostrar que la solución a la situación de las empresas y de los trabajadores no está en llevar la pancarta, sino en los despachos, en utilizar los recursos públicos y evitar la pérdida de los empleos, podía haber tenido consecuencias desestructurales para el país no solo por los agravios producidos en el seno de los trabajadores entre unos que tienen trabajo por el mero hecho de residir en Bizkaia y otros abocados a perder el suyo por vivir en el "territorio rojo del Este".

Y en esta especie de competición alocada por demostrar la capacidad de gestión de nuestras instituciones, Gipuzkoa no ha querido quedarse atrás y ha empezado a tratar de ver cómo resolver la situación de la empresa Grumal de Azpeitia, dedicada a la fabricación de mueble de cocina y que no forma parte de Fagor Electrodomésticos, aunque trabaja para la cooperativa.

El hecho de estar localizada en Azpeitia, un municipio donde la crisis se ha cebado de manera importante con el cierre de empresas como Corrugados Azpeitia o Azkue-Nueva Línea y que cuenta con un paro del 17%, ha hecho que la Diputación trate de buscar una solución para evitar su cierre e incorporar 150 trabajadores más a las listas de Lanbide.

Si fuera trabajador de Azkue-Nueva Línea, hoy mismo me declararía insumiso fiscal porque la Administración a la que contribuyo con mis impuestos está empeñada en resolver una situación, probablemente influenciada por el efecto social y mediático de Fagor Electrodomésticos, y no ha sido capaz de buscar una salida a una financiación de 750.000 euros, de los que la mitad la ponen los propios empleados.

Esta empresa, con una plantilla de 125 trabajadores, internacionalizada, con buen producto e innovador en el mueble de hogar y oficina, está en concurso de acreedores desde comienzos de año y, si de aquí al próximo mes de diciembre no encuentra inversor, será liquidada y desmantelada. ¿Alguien ha pensado en que uniendo las dos empresas se podría crear una sola con un portafolio que abarque mobiliario de hogar, cocina y de oficina lo que le daría capacidad de tamaño, se establecerían sinergias y, lo más importante, se salvarían puestos de trabajo? Todavía se puede estar a tiempo.

No puede ser que ante un problema común como es el de Fagor Electrodomésticos -cuya falta de actividad va a afectar a 4.000 empleos en Euskadi con unas deudas a proveedores vascos que se elevan a 135 millones de euros- la solución venga por actuaciones unilaterales a modo de parcheo en vez de resolver la situación de una manera conjunta, coordinada y dirigida por la institución común que es el Gobierno Vasco.

De seguir con este tipo de actuaciones, la Euskadi que surgió de la dictadura y que gracias al autogobierno ha devenido en convertirse en un país moderno, próspero, de progreso y en línea con las naciones más avanzadas se va a ir desvertebrando poco a poco.