Frente a algunas contingencias políticas que han supuesto nuevos obstáculos en el camino a la ansiada paz y normalización que necesita este país y que han puesto al descubierto el inmovilismo en el que permanecen algunos y la necesaria toma de decisiones para romper estancamientos interesados de otros, lo cierto que en los últimos días se han producido algunos acontecimientos que han ofrecido cierta dosis de esperanza de que la crisis económica en Gipuzkoa puede haber tocado fondo.

A pesar de que los indicadores demuestran que podemos estar en el inicio de una recuperación de la que no se sabe a día de hoy cual va a ser su intensidad y si va a provocar una reactivación de la actividad económica que nos haga colocarnos en la senda del crecimiento o, por el contrario, estamos en vísperas de un cambio de tendencia que será lenta y débil.

De momento, lo que exige la situación es prudencia, no vaya a ser que los datos positivos que empiezan a aflorar del comportamiento de nuestras empresas sea un espejismo como el que se produjo en 2010 cuando se atisbaba una cierta recuperación para caer en picado en términos de principios de la crisis. Un dato que viene a corroborar la fragilidad de nuestra economía y que cualquier contingencia tanto interna como externa puede provocar una nueva recaída.

La impresión general coincide en que una cosa es que se haya tocado fondo y se haya detenido la caída y otra muy distinta es que se vislumbren atisbos de que haya comenzado el crecimiento que permita volver a los niveles de prosperidad que se tenía antes de que comenzase la crisis. Estamos entre la disyuntiva de que el crecimiento del PIB pueda ser dibujado en forma de "V" con lo que sería visible no solo que se ha tocado fondo, sino que se empieza a crecer muy rápidamente, o en "L" con el palo largo situado en horizontal, lo que nos mostrará una fotografía de recuperación estancada.

No es la primera vez que después de una crisis se produce una situación de estancamiento y que de la recesión se pase a la deflación y a la caída de los precios. En el fondo es lo que les pasó a varios países de Sudamérica después de la crisis financiera que sufrieron en los años 80 o a Japón después de que estallase la burbuja inmobiliaria de los años 90.

Los datos del último informe sobre la situación de las empresas guipuzcoanas del departamento de Hacienda y Finanzas de la Diputación Foral de Gipuzkoa ponen de relieve una cierta mejoría, o cuando menos, una desaceleración del descenso de las ventas de las compañías con sede en el territorio.

En este sentido se vuelve a constatar que la economía guipuzcoana ,eminentemente exportadora, repunta cuando nuestros clientes de la Unión Europea, fundamentalmente, Alemania y Francia registran índices de crecimiento, aunque, de momento, sean leves. Una prueba de ello, es que las exportaciones, aun a pesar de haber caído un 3,3% en los ocho primeros meses del año, sin embargo, en los últimos meses están mostrando un crecimiento positivo, sobre todo las destinadas a la UE. En este sentido, en los meses de julio y agosto las ventas a la UE registraron un aumento del 4,6% y 4,7%, respectivamente.

En este aspecto cabe destacar el comportamiento del sector industrial que en julio, un mes que puede ser analizado en términos homogéneos con respecto a 2012, al no computar la distorsión que provocó la subida del IVA en septiembre del año pasado que adelantó en un buen número de compras, experimentó un crecimiento de sus ventas del 0,9% cuando venía de caídas del 13,6% en el primer trimestre y del 2,2% en el segundo. El sector servicios ofrece altibajos con un descenso del 1,7% frente a un segundo trimestre de aumento del 1,2% y un primero con una caída del 4,6%, mientras que la construcción sigue en su tendencia a la baja con un retroceso en julio del 19,9%.

Estos datos coinciden con lo que han expresado los empresarios guipuzcoanos en la encuesta de coyuntura de Adegi que atisban una recuperación hasta el punto de que el número de empresas que consideran que el mercado se encuentra en reactivación crece once puntos respecto al mes de abril y la confianza empresarial llega al 18,5% después de estar en mínimos históricos. En cuanto a las ventas se produce un aumento del 1,8% en las exportaciones, mientras que la demanda interna cae un 1% aun con visos de mejoría.

A pesar de esta coyuntura que ofrece algunas dosis de esperanza, las perspectivas de crecimiento del empleo en Gipuzkoa siguen siendo todavía muy débiles. Lo que se constata es una desaceleración en el ritmo de la destrucción de empleo con una caída del 3,9% que hace presumir que en los próximos meses se entraría en una situación de estancamiento que, por lo menos, provocaría un mantenimiento de los puestos de trabajo, que no es poco. Lo que está claro es que, al margen de las estadísticas que alguna vez puede distorsionar el escenario como las referidas a la demanda en las oficinas de empleo, a corto y medio plazo no se ve un repunte en las ofertas de trabajo.

Y todo ello frente a un ambiente hostil por parte del Gobierno español, como se ha podido ver en el proyecto de los Presupuestos del Estado donde las inversiones a Euskadi han caído a niveles de los años 90 al recibir la sexta parte de lo que le corresponde o los efectos de la reforma eléctrica que va a suponer un aumento de los costes del 25% en una de cada dos empresas y del 30% en un gran número de ellas.

Qué se puede esperar de un gobierno con tanta insensibilidad hacia la industria como el que preside Rajoy que no solo pone más dificultades a las empresas, mucho más en una situación de crisis, reduciendo su competitividad, sino de un ministro como el de Hacienda, el inefable Cristóbal Montoro, que ha dicho que de "la crisis se sale con menos inversión" para justificar los recortes en los Presupuestos. Todo lo contrario a lo que se les enseñan a los estudiantes de Económicas.

Parece que para el PP la única política industrial que existe está vinculada al sector de servicios y ocio, por llamar de una forma elegante a ese proyecto de Eurovegas que va a convertir Madrid en una gran ruleta y en centro de esas cuestiones que son genuinamente inseparables al juego.