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Tiempo de esperanza

Ahora importa que el crecimiento de Francia y Alemania se consolide, para que su efecto se contagie al resto de la UE

eL crecimiento económico de un 0,7% y un 0,5% de Alemania y Francia, respectivamente, en el segundo trimestre de este año es una buena noticia no ya porque supone la antesala de la salida de la recesión en la que la zona euro lleva instalada desde hace año y medio, sino por lo que significa de impulso para la recuperación de la economía guipuzcoana, al ser esos dos países nuestros principales clientes. En concreto, según los últimos datos de ICEX, Francia representa el 17,3% y Alemania el 12,6% del total de las exportaciones guipuzcoanas.

El hecho de que las exportaciones guipuzcoanas a esos dos países sean eminentemente industriales va a provocar de manera directa un aumento del comercio exterior que registró en el mes de mayo una caída del 8,4% al contabilizarse unas ventas de 2.661 millones de euros. Esa característica de nuestro comercio exterior es lo que está provocando el descenso de nuestras exportaciones frente al aumento que se está produciendo tanto a nivel de Euskadi como del Estado. Por eso, si a Alemania y a Francia les va bien, evidentemente, a Gipuzkoa le irá también bien.

De hecho, ya se están constatando algunas muestras de que la economía guipuzcoana puede haber tocado suelo. Los últimos datos de la Encuesta de Población Activa (EPA) relativos al segundo trimestre muestran un descenso del paro de 400 personas, lo que significa una bajada de solo una décima para situarse en una tasa del 13,26%, la más baja de todo el Estado.

De la misma forma hay que hacer referencia, a pesar de tener presente el cierre de Corrugados Azpeitia al aplicarse un ERE de extinción de contratos a los 40 trabajadores que todavía quedaban en la planta, la reducción de este tipo de expedientes en un 54% en la CAV hasta el mes de julio, lo que indica que la destrucción de empleo se está reduciendo.

De la misma manera, hay que constatar el descenso del 19% del tráfico del puerto de Pasaia para situarse en las posiciones de los meses de enero y febrero y reducir en cinco puntos la caída respecto a los resultados del mes de mayo. A pesar de que el registro sigue siendo negativo con un exiguo movimiento de 1,3 millones de toneladas, sin embargo esta aminoración en la caída a mitad del año revela que ha podido producirse un cierto parón. No hay que olvidar que el puerto de Pasaia es uno de los termómetros para conocer la situación de la economía guipuzcoana.

Por contra, el comportamiento de impuestos como el del IRPF, con un aumento de recaudación en el mes de julio de solo el 0,8%, según los datos de la Hacienda Foral de Gipuzkoa, revela un panorama caracterizado por la disminución del empleo y de las rentas de trabajo y un escenario de una incertidumbre manifiesta.

El problema que se presenta ahora es cómo respondemos al tirón de Francia y Alemania cuando no está resuelto el problema de la financiación de las empresas por la restricción del crédito por parte de las entidades bancarias y la falta de políticas públicas de estímulo al crecimiento. La recuperación nos va a llegar sin arbitrar mecanismos de financiación de fuera del sistema bancario que puedan garantizar la actividad de las empresas no ya para asegurar el circulante, sino para ayudar a la puesta en marcha de nuevas inversiones. De la misma manera, es necesario que los responsables de la política fiscal no solo tengan su preocupación instalada en buscar la eficiencia exclusivamente en la recaudación, sino también en el fomento de la economía a través de ayudas y deducciones que hagan a nuestras empresas más competitivas.

De momento, no parece que esos dos grandes problemas que tienen las empresas guipuzcoanas vayan a resolverse a corto plazo. En el primero de los casos hay que llevar a cabo una recapitalización del sistema bancario para que nuevamente vuelva a fluir el crédito, una cuestión a la que se resiste el Gobierno de Rajoy, más preocupado en seguir a pies juntillas las recomendaciones de la troika (Comisión Europea, Fondo Monetario Internacional y Banco Central Europeo).

En el segundo caso, habrá que esperar al acuerdo que parece que pueden alcanzar el próximo mes de septiembre el PNV y el PSE sobre política fiscal, en donde, a juzgar por las manifestaciones de los dirigentes de estos partidos, no solo se va a tratar de que pague más quien más tiene, sino en utilizar la fiscalidad como elemento promotor del crecimiento económico.

A la espera del contenido del pacto fiscal entre PNV y PSE, septiembre va a ser un mes que nos puede traer un nueva reforma laboral que ajuste los contenidos, ya de por si restrictivos, que contempla la actual normativa aprobada en febrero de 2012. Rajoy, como alumno aplicado de la troika y del vicepresidente europeo de Asuntos Económicos y Monetarios, Olli Rehn, va a seguir los consejos de una rebaja de los salarios que, probablemente, no será del 10% como lo pidieron recientemente, a pesar del efecto nefasto que puede tener la adopción de esa medida en la activación económica, a través del aumento en el consumo, como ha ocurrido en Francia que registra un crecimiento de un 2%.

El problema es que Rajoy no es François Hollande, que ha hecho caso omiso a las recomendaciones de la CE y de los organismos internacionales al priorizar la estabilidad del empleo antes que poner en marcha ajustes de déficit público, a través de impulsar el consumo y la inversión pública. Es lo que en términos económicos se llaman estímulos keynesianos como un camino para salir de la recesión. Una apuesta que, según acabamos de conocer, está dando buenos resultados, a pesar de la troika y Angela Merkel.

La evidencia demuestra que la reforma laboral decidida por el Gobierno Rajoy lo único que ha provocado es una masiva destrucción de empleo con contrato indefinido y de las rentas medias altas lo que ha contribuido, junto a la subida del IVA, a hundir el consumo y la inversión en las empresas, profundizando aun más en la recesión. Ahora lo que importa es el crecimiento de Francia y Alemania se consolide, con el fin de que su efecto se contagie al resto de Europa y se evite la adopción de este tipo de reformas que a corto plazo conducen al fracaso. Sería la mejor noticia.