nuevos modelos de financiación
ESTÁ claro que la economía del Estado en general y la vasca, en particular, han evolucionado positivamente en estos últimos meses, aunque el encefalograma siga plano y no se vislumbre un cambio de tendencia y el inicio de una curva en fase ascendente. No hay más que recordar lo que estaba ocurriendo hace ahora exactamente un año cuando la economía española estaba al borde del colapso por falta de financiación, ya que la prima de riesgo llegó al techo histórico de los 650 puntos y la Bolsa estaba desplomada. Todo el mundo hablaba de rescate, al igual que les había ocurrido a los griegos, portugueses e irlandeses.
Comparando la fotografía del 24 de julio de 2012, cuando el rescate de la UE a la economía estatal formaba parte de la agenda política a lo que hoy ocurre, hay que colegir que la situación es diametralmente distinta, aunque eso no quiera decir que la crisis no siga estando presente y el paro mantenga cifras escalofriantes, a pesar de que los últimos datos de las encuestas del Eustat y del INE reflejan tendencias positivas.
El desempleo juvenil va a ser una de las lacras sociales que va a dejar a título de inventario esta crisis y que presenta, a priori, una difícil solución.
Entre estos síntomas esperanzadores, con los que se debe actuar con prudencia y no lanzar las campanas al vuelo -como muy acertadamente afirmó el ministro de Economía, Luis de Guindos-, todavía en Euskadi hace falta llevar a cabo reformas estructurales importantes que den solidez a nuestra economía.
Una de ellas, probablemente la más importante, es buscar fuentes de financiación para las pymes distintas a los canales bancarios por el ahogo que ha provocado en nuestras empresas la restricción del crédito debido a su total dependencia, y por otro lado, poner en marcha una especie de Plan 3R que consolide todavía más aquellas empresas que van bien, proporcione salidas aquellas que tienen un futuro incierto y ayuden a cerrar aquellos negocios que no tienen ningún porvenir, por trágico que así sea.
No es posible que el 80% de la financiación de las pymes proceda del sistema bancario, cuando en Estados Unidos es solo el 20%, con lo que un apalancamiento del crédito por parte de las entidades financieras produce un colapso en el tejido productivo que provoca que algunas empresas hayan tenido que cerrar porque no les ha llegado el suficiente circulante como para mantener la actividad. El caso de Azkue-Nueva Linea, la empresa de mobiliario de Azpeitia que tuvo que cerrar por no poder conseguir 750.000 euros, es paradigmático donde los haya de esta situación. Y este es un ejemplo entre otros muchos.
Es necesario arbitrar otros sistemas como el de bonos, participaciones, un mercado de renta variable restringido a las pymes, etc. para romper con la total dependencia de las entidades bancarias por las que las empresas vascas puedan acceder a mercados financieros mucho más flexibles y rápidos no ya para resolver unos problemas de circulante perentorios, sino para poder acometer nuevas inversiones o entrar en nuevos mercados internacionales, un aspecto crucial para nuestras compañías.
Partiendo de que el tamaño de la pyme vasca nada tiene que ver con los parámetros que se utilizan en Estados Unidos, donde se han hecho algunas experiencias con empresas vascas solventes y con proyecto futuro, es necesario en Euskadi establecer un sistema de financiación al margen del estrictamente bancario que pueda responder en tiempo y forma a las necesidades que tienen las empresas y garantizar su competitividad en un mercado globalizado.
En este sentido, establecer unos plazos, entre los que se recoge un máximo de siete años para financiar el circulante de las empresas, tal y como se recoge en el plan de financiación a las pymes que puso en marcha el pasado mes de marzo el Gobierno Vasco, provoca más problemas que ventajas porque la situación de la economía en la actualidad, como lo estamos viendo, va a otros ritmos radicalmente distintos y que lo que precisa es más flexibilidad e inmediatez.
Por eso, ese plan que trataba de resolver los problemas de liquidez de las pymes no parece que esté teniendo la respuesta que a priori se esperaba y está muy lejos de las expectativas que se contemplaban. El problema no parece que está tanto en la disponibilidad de los bancos de aportar los fondos necesarios, en un principio 300 millones de euros, ampliables a otros 300 millones más en función de la demanda, sino en el procedimiento que se está utilizando al canalizar las demandas a través de una sola entidad, con lo que la falta de recursos que tiene para analizar las peticiones está encorsetando el objetivo que se perseguía.
Hay alguna entidad financiera que ha expresado su preocupación por este modo de funcionamiento que, en vez de agilizar los procedimientos, los paraliza con base en establecer el mayor número de garantías con lo que se constriñe el objetivo final del plan puesto en marcha por el Gobierno Vasco, sobre todo en una situación de necesidad como la actual.
De la misma forma, ya nadie habla, precisamente ahora que está en debate las aportaciones de las empresas guipuzcoanas del Metal a la EPSV Geroa, al decaer el pasado 7 de julio el convenio sectorial con la reforma laboral, de la gran contribución que esos fondos de pensiones de capital vasco podrían hacer a las empresas del país en vez de invertir ese dinero en el exterior.
Me parece inverosímil que un gestor de una EPSV vasca prefiera colocar el dinero de la entidad en una inversión exterior -por muchas garantías que ofrezca- que en una compañía vasca que le puede proporcionar unos rendimientos del 8%, que conoce a sus gestores, su plan de actuación y su estrategia futura, etc.
La contribución de esos 20.500 millones de euros que tienen las EPSV vascas invertidos fuera del país sería vital para fortalecer aún más nuestro tejido productivo en aquellas empresas que van bien y fomentar el desarrollo de nuevos negocios en donde hay que tomar posición.
En este momento, es el único instrumento que existe en Euskadi para evitar que fondos del exterior entren en empresas emblemáticas y tractoras de este país, como ya está sucediendo, con el riesgo de deslocalización futura que ello conlleva, por lo que sería pertinente que el lenguaraz presidente de una patronal que dedica los viernes a difundir sus blogs cese en el intento de querer tomar la iniciativa y deje de "aconsejar" al Gobierno Vasco de lo que debe hacer provocando, precisamente, el efecto contrario. La discreción sigue siendo un valor, sobre todo cuando se está al frente de una institución.