La situación socioeconómica que vive Gipuzkoa parece que ha llegado a tal límite que o todos los agentes políticos, económicos y sociales se ponen de acuerdo para salvar al territorio o, por el contrario, cada uno va por su lado, dejando a la inacción y la falta de iniciativas como protagonistas de un escenario que va a traer más cierres de empresas, más paro y más pobreza.
Esta es la consecuencia de la parálisis que desde algún tiempo vive Gipuzkoa, en donde el futuro ha dejado de existir y el presente se ha convertido en pasado porque no hay ninguna línea en el horizonte que nos haga de referencia hacia dónde tenemos que dirigirnos.
Lo peor de la situación no es que estemos sufriendo los efectos de la crisis, sino que como ciudadanos guipuzcoanos, además de ser víctimas de las consecuencias de la depresión económica, estamos viendo que aquellos que deberían hacer todos los días propuestas para ver la forma de responder de manera urgente a la coyuntura, desde una perspectiva de emergencia, carecen de ideas e iniciativa, porque no han cambiado todavía el chip de la pancarta y la política de calle, y los que deberían de conocer la realidad de las empresas están prostituyendo conceptos y acciones de último recurso para que nada cambie, en vez de utilizar las vías de la concertación como lo hicieron en el pasado con otras crisis también importantes.
Todo ello nos lleva a la desolación y a un futuro inexistente cuyas bases las deberíamos estar ya construyendo entre todos para ser los primeros en aprovechar la txanpa de la salida de la crisis.
Por eso, no es de extrañar el amargo discurso que el presidente de Adegi, Pello Guibelalde, hizo el Día de la Empresa, en el que rezumaba grandes dosis de soledad por la inexistencia de interlocución en el territorio, una ausencia de comprensión social por el importante papel que tienen las empresas como generadoras de empleo y riqueza y, en definitiva, un encefalograma plano en el diagnóstico económico del territorio por la ausencia de actuaciones e iniciativas.
Para un emprendedor nato como es Guibelalde y todos los que se sentaron el jueves en el auditórium de Miramon en Donostia, debe ser triste que cada vez sea más habitual escuchar que "en Gipuzkoa no compensa emprender ni mantener las empresas que tanto esfuerzo nos ha llevado construir".
Decir que Gipuzkoa se ha convertido en un territorio hostil para las empresas por la gran conflictividad laboral que existe y que la actuación de la Diputación Foral de Gipuzkoa, en vez de ser proactiva, ha sido decepcionante con la crisis y las propias compañías debería hacer saltar las alarmas de que algo muy grave está ocurriendo y de que las estructuras del escenario que nos han hecho sortear la coyuntura mejor que en otros lugares pueden estar ya resquebrajándose.
Pero lejos de hacer un análisis de responsabilidad ante esa inquietante llamada de atención, la respuesta que ha dado EH Bildu -y, curiosamente, no la Diputación como institución o el diputado general- parece todavía anclada en los viejos principios marxistas de confrontación con el capitalismo y la propiedad privada de los medios de producción en lo que tiene de explotación de los asalariados para beneficio de unos pocos, cuando sitúa a Adegi como defensora de las políticas neoliberales que han provocado la actual crisis.
Hacer ese planteamiento es sencillamente desconocer totalmente al empresario guipuzcoano y el origen de muchas compañías que poco han tenido que ver con supuestas oligarquías o elites económicas como parece deducirse.
Decir que Adegi no representa a la mayoría de las empresas de Gipuzkoa es otra prueba más de desconocimiento porque si fuera así, no sé qué pintan los sindicatos ELA, LAB, CCOO y UGT sentándose en las mesas de negociación de los convenios colectivos del territorio con una patronal que solo es "una elite económica muy reducida". ¿O es que lo que se discute y se acuerda en ese ámbito solo afecta a unas cuantas empresas pertenecientes a la oligarquía dominante y no a todas las compañías del sector en cuestión, sean grandes o pequeñas?
En las reacciones que ha habido al discurso de Guibelalde llama la atención el diferente talante con el que el departamento foral de Innovación, Desarrollo Rural y Turismo, cuyo titular es Jon Peli Uriguen (EA), ha salido a responder a las manifestaciones del presidente de Adegi calificándolas de "sesgadas y alejadas de la realidad", al señalar como pretexto que su actuación está supliendo la ausencia del Gobierno Vasco, que es el competente en política industrial y científica.
Esta distinta reacción ante el mismo hecho puede poner de relieve las diferencias que existen entre EA y la izquierda abertzale en materia económica y que se han visualizado también en el consejo de administración de una entidad en la que participan miembros de la coalición EH Bildu y en donde determinadas decisiones parece que no han gustado a los representantes del partido de Pello Urizar.
Sea como fuera, lo cierto es que a día de hoy y cuando ya nos hemos comido medio año, el Gobierno foral sigue sin aprobar el plan de reactivación económica y de empleo que por un valor de 7,6 millones de euros fue pactado con el PSE.
La amenaza de la portavoz socialista en las Juntas Generales de Gipuzkoa, Rafaela Romero, de no apoyar las reformas fiscales que propone Bildu, entre ellas el aumento del Impuesto de Sociedades que preocupa a los empresarios guipuzcoanos porque supone un incremento más de la carga fiscal de las empresas, dada la situación en la que encuentran, parece que no termina de materializarse.
De la misma forma, desde el departamento de Hacienda y Finanzas se debe de explicar el nivel de ejecución del presupuesto de 2012 en el que la partida de publicidad se aumentó en 1,2 millones de euros tras realizar modificaciones y detraer un millón de otras partidas como el pago de los intereses de deuda a largo plazo, el aprendizaje y ayudas a la artesanía para abonar el patrocinio publicitario de la Real Sociedad. Unos movimientos que no parecen responder a la situación económica que vive Gipuzkoa.
En lo que parece una actuación fruto de la improvisación y de que no se tenía previsto el pago de tan importante cantidad de dinero, la diputada Helena Franco, que ha solicitado la comparecencia con carácter urgente en las Juntas Generales para explicar estas modificaciones presupuestarias, tal y como ayer publicó este periódico, deberá justificar también por qué el año pasado no se gastaron 5,2 millones de euros en la partida de transferencias y subvenciones de capital cuyo destino en términos generales son ayudas a las empresas, dentro del departamento de Innovación, Desarrollo Rural y Turismo.
Desde EH Bildu se dice que se está impulsando un cambio del modelo económico y social más pegado al territorio y a la economía real "enraizado con la realidad de cada comarca y con respeto al medioambiente", pero sigue sin plasmarse en ningún plan de actuación por parte de las instituciones que lo tienen que llevar a cabo. Y la pregunta que hay que hacerse es que mientras se pone en marcha ese nuevo modelo económico, qué hacemos con lo que tenemos ahora, ¿lo destruimos?