El futuro también existe
Maximizar las posiciones en la Obra Social de Kutxa puede poner en peligro alguno de sus proyectos
A más de uno le he oído decir que es mejor no leer la sección de economía de los periódicos porque le entra depresión viendo lo mal que está todo. Desde el corralito chipriota, los nuevos recortes que nos anuncia Rajoy por orden de la troika como una especie de castigo bíblico contra los ciudadanos, subida de impuestos, el desempleo que no termina de crecer, cierres y deslocalizaciones de empresas, el ERE de cada día, amenazas de huelga general, etc. Realmente el panorama no está para echar cohetes, pero sin embargo, hay luces que nos indican que hay esperanza para un mañana mejor y que el futuro existe.
Y no me refiero a aquellos pronósticos que vaticinan un repunte de la economía y un cambio de ciclo en 2014 porque con la incertidumbre que existe cualquier predicción puede convertirse en una mofa, sino a las fortalezas que existen en nuestro entorno y que nos permiten deducir que, a pesar de la situación, cuando el repunte se produzca nuestras empresas saldrán con fuerza.
Como toda regla tiene su excepción, lo que sucede en cada asamblea general de Kutxa en los últimos años es como ciudadano para indignarse ante la falta de sensatez y visión que reflejan algunos de sus miembros, antes de un color político y ahora de otro, cuando, como ha ocurrido esta semana, se dirimen cuestiones tan importantes como el presupuesto de la Obra Social que ha bajado un 60,67% al estar apalancado a los resultados financieros de Kutxabank que se han visto reducidos en un 65%.
Si la fuente de ingresos de la Obra Social está en los dividendos que reparte el banco, está claro que muchos de los proyectos de la fundación pueden esperar a tiempos mejores porque nadie sabe cuándo se va a recuperar el negocio financiero y en qué magnitud.
Por ello, como bien planteó el director de la Obra Social de Kutxa, Carlos Ruiz, hay que tirar de imaginación y buscar fondos y recursos allá donde se encuentren si se quiere continuar con la inversión social de la caja.
Parece que pocos se han dado cuenta que se ha pasado de la gestión del gasto, porque antes había dotaciones más que suficientes, a tener que administrar unos recursos cada vez más escasos. Por eso, no tiene ningún sentido maximizar las posiciones como si nada hubiera ocurrido y luego negarse a aprobar iniciativas de obtención de recursos como es la venta de inmuebles ociosos, cuando se puede poner en peligro muchas iniciativas, algunas de ellas culturales, que algunos tanto alardean.
Tensar tanto la cuerda como algunos pretenden puede ser peligroso porque, de no aprobarse los presupuestos de la Obra Social el pasado miércoles, no solo no se podría haber continuado con su actividad, sino que podría haber provocado la intervención del Gobierno Vasco, como competente. En las asambleas de las cajas se toman decisiones muy importantes que afectan al conjunto de los ciudadanos por lo que un escenario de este tipo sería negativo para la propia sociedad.
Salvando la excepción, en los últimos días se han producido varios acontecimientos desconectados entre ellos, pero que tienen en común algo que forma parte de nuestro ADN como es el emprendizaje, la tenacidad, la innovación y la internacionalización. Factores claves en los que se sustenta nuestro tejido económico y que nos aporta esperanza en la salida de esta larga crisis que ya dura seis años.
Que una empresa como Pasaban, dedicada a la fabricación de bienes de equipo para la industria del papel y que es líder mundial de cortadoras de papel moneda desde el dólar hasta el yuan pasando por el rublo, vaya a conseguir este año en el punto de inflexión más alto de la crisis, su récord histórico de ventas con una facturación por encima de los 45 millones de euros y una cartera de pedidos con 40 millones ya comprometidos, pone de relieve una de las fortalezas de nuestras empresas como es la internacionalización y la innovación.
De la misma forma, cuando la inversión tanto pública como privada se ha reducido de manera importante en I+D+i, la inauguración de las instalaciones del centro tecnológico IK4-Tekniker, no deja de ser una buena noticia de las que, tal y como me decía un responsable de la diputación guipuzcoana, nos hace falta que se repitan con mayor frecuencia para aumentar nuestro optimismo colectivo y demostrar que este territorio funciona.
Y detrás de todos estos proyectos está el hombre que hace 85 años, como el caso de Pasaban, puso en marcha un proyecto empresarial en Tolosa o aquellos industriales eibartarras que desde un planteamiento de la mejora continua en la fabricación y en el producto tuvieron la visión de poner en marcha un centro como Tekniker o el caso del empresario Victoriano Susperregui, que con toda la vida ya resuelta a sus 69 años, ha decidido ponerse nuevamente el buzo de ejecutivo, comprometer su patrimonio para sacar adelante una empresa como Xey, que hace un año estaba en puertas de entrar en la vía concursal, y proyectarla hacia nuevos mercados.
Cuando uno habla con Susperregui del proyecto de Xey, ?donde inició su trayectoria profesional y donde ha promovido una inyección de seis millones de euros, uno procedente de su bolsillo?, parece estar con un joven que te proyecta toda su entusiasmo en el desarrollo de un nuevo proyecto industrial.
“En junio tendremos cosas importantes que decir en nuestra apuesta internacional”, me comentaba un ilusionado Susperregui que ya está viendo cómo el futuro ya es presente.
En ese resurgir del ave fénix que se ha convertido Xey también tienen su parte de protagonismo los 160 trabajadores que han visto reducir en un 10% sus salarios, aumentar la jornada y un aplazamiento de las pagas extras. Todo un ejemplo.
Esta imagen de unión entre empresarios comprometidos con su país y unos trabajadores que con su esfuerzo están dispuestos a arrimar el hombro en la misma dirección es lo que ha hecho que Euskadi sea lo que es hoy y pueda responder mejor a la crisis que otras economías. De la crisis tenemos que salir todos juntos o no salimos.