Cada vez que una mujer es agredida por el hecho de ser mujer, debería ser tenido en cuenta por la sociedad y actuar de manera contundente contra la persona agresora. Las protestas sociales de indignación como respuesta y las condenas de las instituciones son absolutamente necesarias, pero hace falta que los medios de comunicación hagan una labor pedagógica de conciencia colectiva dejando a un lado el morbo que muchas veces está detrás de la información. A los individuos que conviven entre nosotros y tienen tendencia a la agresión sexual deberíamos aislarlos de manera que sientan la marginación de toda la sociedad y tratarlos como escoria.