Con motivo del vodevil que el Supremo ha puesto en escena con el protagonismo de sus jueces estrella, Llarena y Marchena, intentando engañar al Tribunal Europeo de Derechos Humanos para lograr la extradición del expresident del Govern, Puigdemont, ha terminado el sainete en Cerdeña manifestando: “España no pierde nunca las oportunidades de hacer el ridículo”. Sí, realmente no tienen propósito de la enmienda, pues a pesar del espectáculo grotesco que están dando, los jueces italianos se han limitado al trámite protocolario y lo dejan en libertad.Llarena insiste en su empeño de extraditarle en contra de la opinión de la Abogacía del Estado y de los tribunales y organismos de la UE que han rechazado sus tesis vengativas. Pero lo cómico ha sido la inicial euforia que produjo la noticia de la detención, de forma que fue difundida como una noticia de alcance paralizando todos los programas en curso.Eran de juerga las opiniones enloquecidas de los tertulianos que producían rubor a los televidentes. En el paroxismo, uno se despachó: “La justicia de Italia es ejemplar y no las de Alemania, Bélgica y tribunales de la Unión Europea”.El director del programa conectó con un miembro de Jueces para la Democracia para conocer su opinión. Con suficiencia ofensiva expresó la certeza de que el juez italiano concedería su extradición, para él estaba meridianamente claro, pues “se trata de un caso de juez a juez”. A la mañana siguiente el nivel de la noticia había rebajado la euforia e incluso algunos juristas ya hablaban de que era errónea la tesis de Llarena.El globo se pinchó cuando se conocieron los informes de la Abogacía del Estado, que consideraba que las euroórdenes estaban anuladas, por tanto la extradición sería ilegal. En los telediarios del mediodía la noticia había pasado a un rumor que era el anuncio de que ya se habían dado instrucciones de volver a los cuarteles de invierno judiciales donde se cuecen las sentencias de estado. Todavía Llarena y el Supremo siguen peleando agónicamente confiando que el Espíritu Santo ilumine las tinieblas en las que se ha enquistado la justicia española.