La Administración difunde una filosofía paternalista del impuesto, popularizando su significado de gratuidad y donativo en lugar de considerarlo el objetivo que cumplen los impuestos, potenciando su función de promotor de la justicia social para que los ciudadanos se sientan partícipes en una sociedad solidaria y responsable. Porque los donativos siempre van rodeados de campañas en favor de los donantes que suelen ser personajes públicos, quienes, además, obtienen desgravaciones y bonificaciones en sus liquidaciones y al final el donativo está condicionado a la conveniencia del mecenas y a las administraciones públicas solo les queda actuar de sujeto pasivo y limitarse a ser agradecido a pesar de que esas actitudes aparentemente generosas son denunciadas por sectores críticos progresistas, que son quienes promueven la fiscalidad justa sin servilismo, pues de lo contrario queda la calidad de los servicios públicos a expensas de su actitud subjetiva. Por eso es bueno pagar los impuestos para que los paguen todos los que tiene obligación.