El término “cambio” fue clave en tiempos pasados, hablo de hace 40 años. Fue la palabra del socialismo en el posfranquismo. Importante. Aquel novelista ruso, León Tolstoi (1828-1910) escribió: “Todos piensan en cambiar el mundo, pero nadie piensa en cambiarse a sí mismo”. “Cambiar el mundo” es una expresión muy común y muy frecuente que, por desgracia, se ha vuelto vulgar y vacía. Lo que importa de verdad es cambiarnos a nosotros mismos. De este cambio personal profundo podrá surgir el cambio del mundo. El cambio de uno mismo lo puede revolucionar todo y es el comienzo de la transformación del mundo. Si la persona cambia, las estructuras injustas de la sociedad podrán cambiar y amanecerá un nuevo horizonte de esperanza por el mundo. He ahí la clave. Vivimos tiempos de zozobra y de cierto nerviosismo social. Hoy y mañana son diferentes. Este tiempo de pandemia nos pone a todos nerviosos, pero es fundamental caminar juntos, ejercitarnos en el diálogo, hacer realidad ese vocablo que se repite mucho que es la co-gobernanza e interesarnos sinceramente por las necesidades del prójimo, prestándoles la ayuda que nos sea posible e intentar imitar lo que de positivo veamos en las personas que nos rodean. No es palabrería. Cambiando nuestro corazón, el mundo cambiará a mejor. Eso espero. Es el tiempo del poscoronavirus.