No mentía el señor Toni Cantó cuando, al abandonar Ciudadanos, dijo que iba “a dedicarse a su profesión”. Y es que muchos entienden así la política -como profesión- y no como el servicio público que es en realidad. Estos “políticos de carrera” perciben su cargo no como el de un delegado ciudadano con voz y voto en la cámara de representación pertinente, sino como un empleo cómodo, bien remunerado y valorado socialmente al que agarrarse a toda costa. Por eso, al ver zozobrar el barco en el que viajan por las turbulentas aguas democráticas (UPyD, C’s…), cambian de navío sin ningún pudor con tal de mantenerse a flote en el escaño (imagino que ellos dirán “su escaño”), incluso a bordo de aquellos buques que se han encargado personalmente de cañonear cuando servían bajo otra bandera, y si la ley no permite enrolarse como es debido, pues se sirve al mejor postor bajo bandera pirata: patente de corso, y donde dije digo... La política, ¡qué gran profesión para un actor!