Han pasado 25 años desde la creación de Euskaltel y parece que nada ha cambiado en el fondo. En 1995, Euskadi se encontraba ante inmensos retos. Entre ellos, cómo no, la búsqueda de la tan ansiada paz. Pero también la de disponer de unas infraestructuras en telecomunicaciones a la altura del salto que supondría Internet en las siguientes décadas.El Gobierno Vasco y las diputaciones, entre otros, fueron capaces de ver la dependencia hacia el prácticamente monopolio de Telefónica, como una debilidad en el desarrollo del país, y apostaron por crear una herramienta que permitiera remover esa situación y pudiera responder a las necesidades de las empresas y sociedad en general.No es difícil ver, con la perspectiva de los años, que la apuesta fue acertada. Que logró los objetivos para los que se creó. Y que, además, aquellas instituciones que invirtieron un capital, lo han recuperado con creces.25 años después, los retos tecnológicos son diferentes. Muy diferentes: la inteligencia artificial, la ciberseguridad, industria 4.0, Internet de las cosas, tecnología 5G... El mundo cambia a gran velocidad y no espera a que estemos preparados. Las instituciones vascas, con el Gobierno Vasco y diputaciones al frente, deben seguir apostando como hace 25 años en crear las palancas adecuadas que posibiliten a las empresas, administraciones y sociedad en su conjunto responder a todos estos retos. Podemos felicitarnos de que desde el ámbito público y desde el privado las cosas se están haciendo bien.Pero la izquierda abertzale mira ahora a Euskaltel, queriendo olvidar que cuando el Gobierno Vasco apostaba por mejorar unas infraestructuras y telecomunicaciones necesarias en este país, ellos nos sumergían en el terror del secuestro de Aldaya. Y quizás es ingenuo pretender que quien ha errado durante tantas décadas apostando por estrategias de confrontación y dolor, ahora, gracias al mesianico cambio de rumbo del señor Otegi, puedan tener la visión estratégica de las necesidades que tendrán nuestro país en el futuro.La izquierda abertzale continúa con la difamación, el ataque personal y la estrategia de la confrontación. Y me temo que tendremos que esperar otros 25 años a que un más anciano señor Otegi, con algún nuevo cambio de rumbo, acierte esta vez y podamos trabajar conjuntamente construyendo un país. Mientras tanto, tendremos que hacerlo los demás a pesar de algunos.