Soy una dentista de Donostia. La gestión de la vacunación contra el covid-19, entiendo que no debe ser nada fácil, pero desde que se levantó el confinamiento domiciliario, allá por finales de abril de 2020, todos los dentistas estamos atendiendo religiosamente a nuestros pacientes con las protecciones individuales que las normas sanitarias exigen.Tengan en cuenta que los dentistas (odontólogos y estomatólogos ) trabajamos a una distancia de 20 centímetros de la boca del paciente, el cual, como es obvio, está sin mascarilla durante todo el tiempo de consulta, no dos minutos. A esto hay que añadir que el uso de los instrumentos rotatorios que usamos en los gabinetes generan aerosoles, además de las toses, estornudos y demás por parte de los pacientes durante el tratamiento. Me parece una vergüenza que a estas alturas de la historia sigamos sin ser vacunados, con el altísimo riesgo que nuestra profesión conlleva en tiempos de pandemia. En Zaragoza, Cantabria, Andalucía, Galicia... nuestros colegas ya están vacunados, por lo menos con la primera dosis. ¿A qué esperan aquí? Presumen de tener un sistema sanitario de primera pero desde luego, en lo que a gestión de la vacunación se refiere, estamos en la cola.Yo, personalmente, vivo con adolescentes y mis padres octogenarios, que son pacientes de riesgo. Imagínese el estrés que tenemos nuestro colectivo estando trabajando en estas condiciones y todavía sin vacunarnos. Los colegios oficiales de Dentistas y de Médicos han suministrado a la Consejería de Sanidad el registro de todas las clínicas privadas del territorio.