Se publicita el alarde del Estado de Israel de haber vacunado a un porcentaje alto de su población. Quizá el más alto del mundo. En cambio, se divulga menos la obligación de la potencia ocupante de interesarse por la población ocupada, los palestinos. Un colono puede haber recibido la vacuna, el palestino expropiado, expulsado de su hogar, el preso, no. A la vista y el silencio de los medios de comunicación y la comunidad internacional.