Un brexit “todo menos hecho”, que es lo que precisamente abandera un Boris Johnson necesitado de un éxito inmediato que difumine algo la desastrosa gestión de la pandemia del COVID-19 y de sus devastadores efectos económicos .Ahora está experimentando el Reino Unido las consecuencias de un acuerdo sacado con fórceps y en el último minuto para poder declarar el brexit como “done” (hecho). Desabastecimiento de mercados en Irlanda del Norte. Pérdidas en la exportación de pesquerías en Escocia. Más de 50.000 empresas manufactureras inglesas que tienen como su mercado más importante la UE. La pérdida como centro neurálgico de Londres como plaza financiera para las transacciones europeas. La no comunicación online de los datos de los agentes de seguridad del espacio Schengen. La dependencia del suministro de trabajadores especializados en sectores clave como el de los servicios sanitarios… con base en un punto de vista político que utilizó el Partido Conservador (Tory) de tratamiento desigual e injusto de la UE hacia el Reino Unido (opinable pero no demostrado). Por añadidura un Partido Laborista que no se define por evitar una mayor división dentro de sus filas y retrasa una toma de posición sobre las consecuencias del brexit a un momento posterior con la excusa de que ahora toca mirar “para adelante”, es decir, para hoy.En algún momento, e inevitablemente, habrá que plantearse qué se ha perdido y se puede recuperar de esta jugada tan arriesgada y de cuyas consecuencias nadie quiere sacar conclusiones.