El amianto sigue matando. Efectivamente, cada semana aparece alguna persona muerta por haber trabajado hace muchos años con este producto y nos arrebatan al marido, a la mujer, al padre, etc. como mató a mi marido Kaxiano Castro hace ya cinco años. No hay derecho, porque estaba disfrutando de la vida plenamente y en plena salud. Cada vez que voy donde están sus cenizas, o veo una foto suya, o la playa, o el monte que tanto le gustaban, a sus hijos que tanto quería y a sus nietas que las adoraba, me sigue entrando una dura congoja y no hay derecho a que las empresas no pongan las medidas preventivas solo por ganar más dinero. Y encima a veces la Seguridad Social a algunos les niega la declaración de enfermedad profesional. ¡El colmo!