Es un ejercicio complejo si desde el Estado se quiere entender a Catalunya. Y no hace falta hacer ninguno para Euskal Herria. Hay algo que en Madrid no se acaba de digerir: que la solución del contencioso catalán no pase por vía judicial. ¿No hay nadie que ilumine y avise de lo ilógico que tres presidents hayan sido destituidos por sentencias judiciales y que junto con otros consellers actúen de propagadores desde el exilio de las insólitas sentencias de los tribunales españoles contra el independentismo catalán y vasco que están siendo sistemáticamente revocadas por tribunales europeos? ¿No habrá ni un solo justo, como en Sodoma y Gomorra, que aporte un gramo de sensatez y pare esa borrachera de odio y afán de venganza de las instituciones españolas contra el pueblo catalán que quiere ejercer un derecho tan elemental como la autodeterminación? ¿No son capaces los líderes de los partidos españoles de ponerse en el lugar de los catalanes y asumir que tarde o temprano se celebrará el referéndum de autodeterminación y que cuanto más presión en contra se ejerza sobre la población más crecerá el nacionalismo? ¿Tan torpes son los poderes fácticos que no temen la presión de la UE que es su sustento económico? ¿Se le estará ocurriendo un Spainexit? Miren al Reino Unido.