Es uno de los síntomas que da el coronavirus, pero la situación económica por la que atravesamos, y por la que nos asustan diciendo, ¡la que va a venir!, nos hace tiritar con más frecuencia que aquella. Como se dice, va a ser peor el remedio que la enfermedad. Hay que ir a la normalidad absoluta, sin olvidar que el bicho anda entre nosotros. Aleccionar bien al personal, que siga utilizando la mascarilla, el metro, que nos ayude a guardar las distancias reglamentarias, saludarnos con el codo, y eso sí, lavarnos las manos a menudo, pero a trabajar, sin miedo, pero con precaución. Solo así levantaremos la cabeza, porque se nos está cayendo demasiado. Aún cuando nos están anunciando que ya están a punto varias vacunas, de poco servirán estas si nos cogen en la mayor de las ruinas económicas. ¡Antes morir que perder la vida!, que decía aquel.