Al margen de los grupos humanos que identificamos por género, religión, raza, nacimiento, profesión, etc., hay un grupo humano del que no se habla mucho. Son los irracionales. Son aquella parte de la población que tiene un gran déficit de sentido común y siembran infelicidad continuamente a través de sus conflictos.Están amparados por la falacia de que todos los hombres somos racionales e iguales, cuando la realidad es que somos distintos y diversos. En las diferentes encuestas profesionales sobre comportamiento humano, superan siempre el 10% de la población. Entorpecen el funcionamiento ordenado de empresas y organizaciones sociales y culturales, a base de crear problemas estériles. Se comportan de manera perversa y tienen cuando menos estas tres características. Son narcisistas, o sea, ególatras que se quieren mucho a si mismos y necesitan ser admirados. Son maquiavélicos, o sea, fríos y calculadores para conseguir sus planes. Son psicóticos, o sea, que no sufren al causar dolor ajeno. Tienen ese tipo de personalidad especialmente malévola de quienes combinan ambición, frialdad y megalomanía, con ausencia de remordimiento. Para ellos los conceptos de solidaridad, contribuir, compartir y trabajar en equipo, solo son objetivos de segunda división. Primero ellos. Mira a tu alrededor, en tu familia, en tus amigos, en tu empresa, en tus comercios, o en tu club deportivo. Seguro que puedes contar a más irracionales que los dedos de tus dos manos. Al detectar junto a ti a un irracional, lo mejor es ponerte a salvo y bloquearlo, porque el debate sano y sin falacias es imposible con ellos. Así evitarás los daños injustos que ocasiona, porque la humanidad y cada una de sus sociedades, funciona y avanza gracias al trabajo de los racionales de buena voluntad.