Hace años, en una entrevista que le hicieron a Javier Clemente siendo seleccionador nacional de fútbol, en un arranque de sinceridad, dijo: “Es mal tío uno que no habla nunca bien de nadie”. Se refería a un entrenador de un equipo de Primera División. La frase de Clemente, desgarradamente sincera, entraña una verdad como un templo: quien no es capaz de hablar nunca bien de nadie, es malo, tiene un corazón raquítico y podrido. Por estos mundos hay gente tan retorcida que es incapaz de hablar bien de alguien. Son personas orgullosas y tristes, apoyadas en un egoísmo feroz, que les impide radicalmente ver algo positivo en el otro. Acaba de entrar en la consejería de Educación Jokin Bildarratz. Empieza muy cuesta arriba su nueva responsabilidad política. Mínimamente los 100 días de confianza y de observancia en el discurrir político habrá que otorgarle. Su inicio ha sido apostando por el diálogo y no por el monólogo, mostrando interés y escucha en la resolución de los problemas educativos y buscando con interés su solución. Desde hace años le he conocido como alcalde, político y ciudadano. Siempre ha preferido servir a ser servido. No tengo la menor duda que así será su trayectoria en el mundo de la enseñanza y de la educación. No es ningún “peloteo”. Ser crítico y constructivo es importante en la vida política. Espero que esta pedagogía vaya imperando en el mundo educativo y pase de la confrontación a la colaboración.