Junio de 1969. Situémonos en la España socio-económico-cultural-político-deportiva de entonces. En fútbol, se jugaba la Copa (del generalísimo), a una de cuyas semifineaes habían llegado el Elche y la Real Sociedad. En aquella época, los terrenos de juego de Madrid para arriba siempre estaban embarrados (se jugaba con botas de tacos), y los de Madrid para abajo, siempre secos (se jugaba con botas de tiras). Los balones eran Adidas de hexágonos blancos y negros. Las camisetas eran de algodón y no tenían publicidad, sólo el escudo y el número detrás; nadie tenía tatuajes, pearcings, ni mangas largas debajo de las cortas.Se jugaba a doble partido y no había cambios de jugadores durante el mismo. Aquella Real, íntegramente guipuzcoana (hasta el entrenador Elizondo) había eliminado al Barcelona y al Atlético de Madrid. Siempre jugaban los mismos (como los bilbainos) y por eso aún nos sabemos sus alineaciones de memoria; la prensa local sólo dedicaba una hoja para las crónicas de sus encuetros semanales. En la ida, los donostiarras perdieron 3-0 en Elche. Los Gorriti, Martínez, Ormaechea, Arzac, etc. se acordarán del duro campo de Altabix (que ya no existe), rodeado de palmeras. El domingo 7 de junio se jugó la semifinal de vuelta en Atocha (con ch entonces), con su grada lateral y la de Múgica hermanos, descubierta. Animaba la Peña Anastasio con sus canciones que todos conocíamos a los aproximadamente 20.000 espectadores, y la policía (los grises) vigilaba a pie de campo.Entonces los goles de fuera no valían doble, y la Real ganó 4-1, por lo que hizo falta un encuentro de desempate. Asensi, Vavá, Ibarra, Llompart, etc. fueron arrollados en los últimos 10 muinutos a lo Urtain (llevaba 15 victorias en aquel momento). El debutante defensa Santamaría (asesinado por ETA años después) se incorporaría al ataque, y si el postrero tiro final de Gaztelu entra en vez de rozar el poste, ¡se cae hasta el mercado de frutas!En la otra semifinal, el Atlético (su nombre oficial entonces) de Bilbao eliminó al Granada, por lo que era posible una inconcebible e impensable final vasca para el ambiente y mentalidad de aquellos tiempos.La Real cogió el Talgo el lunes para jugar el desempate el martes en Madrid, donde perdió 2-0. El apoteósico acontecimiento guipuzcoano-vizcaino no se pudo dar y el día 15, nuestros vecinos ganaron en el Bernabéu por 1-0; muy contento, su capitán recogió la Copa de manos del propio Franco (sin silbidos, obviamente). Y todavía no se sacaba la gabarra por el Nervión por ello.¿Una final euskaldun de Copa en Madrid? Eso sí que hubiera sido un hito histórico entonces. Poco faltó para ello.José Antonio Echeverría Urreta