Acabo de leer en el Heraldo: “Absuelto un guardia civil de Albarracín que se accidentó y dio positivo al test de alcoholemia”. Queda uno patidifuso cuando por idénticos motivos queda uno penalizado de acuerdo a las leyes imperantes. Si con la ley en la mano no somos capaces de aplicar la ley objetivamente porque el protagonista del incidente es un uniformado, es evidente que se está juzgando con el Código en la sobaquera. Ya solamente falta condecorarle porque su ardua labor le había inducido a tomar el camino para esa situación etílica. Por estos lares estamos desgraciadamente habituados a ver que no concuerdan los hechos con las sentencias aplicadas. Debo afirmar que soy lego en leyes pero sí creo que el sentido común es el que lidera en la mayoría de las ocasiones la aplicación de las sentencias al tema juzgado. Aquí hay unas lagunas tan enormes que, según de qué comunidades se trate, varían sustancialmente las consecuencias de la infracción de la ley. Ahí tenemos como ejemplo flagrante el caso de Alsasua. Un caso análogo en Andalucía mucho más severo y grave pasó desapercibido, sin pena ni gloria, con unas sentencias más benévolas y menos beligerantes. Pero “la justicia es igual para todos” Juan Carlos dixit…