Que EH Bildu no sea capaz de sumarse a un texto de condena con el resto de partidos vascos contra el ataque sufrido por la máxima dirigente de uno de ellos ya no causa indignación sino tristeza. Desmoraliza pensar que uno de los partidos más importantes de nuestro país, que vertebra su vida política, social e institucional no es capaz de dar un paso al frente a favor de unas reglas de convivencia comunes basadas en el respeto al rival político y a su dignidad. Habrá que seguir esperando