urieron Josean Artze, Mikel Laboa y ahora José Luis Zumeta. Con todos tuve relación en los momentos de la creación de la editorial Txertoa. Con José Luis especialmente. Su experiencia, de cuando trabajó en Gráficas Valverde, fue muy valiosa. Creó el anagrama de la editorial, la portada de nuestra primera publicación, Olerkiak, de Dechepare, del proyecto de la resurrección de la RIEV (Revista Internacional de Estudios Vascos, cuya publicación nos prohibieron), un trabajo inédito.En las reuniones que teníamos, siempre medio clandestinas, los tres destacaban por sus proyectos en defensa del euskera y la cultura vasca. Pero lo que siempre valoré es que nunca contestaban a las preguntas que les hacían (la pintura de Zumeta no era fácil, las poesías de Artze, menos, y las interpretaciones musicales de Mikel, diferentes) de forma displicente. Sus respuestas eran para enseñar, no para humillar. Mantengo el recuerdo de las reuniones en su domicilio, cuando vivía en Hondarribia. Me sirvieron, más adelante, para conocer personalmente a una parte del Grupo Gaur: Remigio Mendiburu, Eduardo Chillida, José Antonio Sistiaga, Rafael Ruiz Balerdi, Oteiza. De aquellos tiempos es la pintura que adquirí, que sigo conservando. José Luis Merino te ha dedicado un magnífico y apasionado artículo y nos ha recordado una frase tuya: “El día que deje de pintar estoy muerto”. Un artista nunca muere. Carlos Elizalde me ha remitido una fotografía, de aquel par de pájaros que pintó (creo recordar que para Aitz ) José Luis, y están volando.