He leído un artículo publicado en NOTICIAS DE GIPUZKOA el 27 de abril, firmado por Iosu Perales con el título Decrecimiento, una alternativa, en el que, para mi sorpresa, se dice textualmente: “el decrecimiento nos invita, en palabras del catedrático vasco en Economía Koldo Unceta, a emprender cambios estructurales en la manera de organizar la producción y distribución al servicio de las personas y acorde con la preservación de los recursos”.Tras realizar algunas comprobaciones, he podido constatar que la apelación a la necesidad de “emprender cambios estructurales en la manera de organizar la producción y distribución al servicio de las personas y acorde con la preservación de los recursos”, aparecía en un artículo mío publicado en 2009, referida al debate sobre las alternativas a la crisis y la conveniencia de encontrar salidas más allá de lo coyuntural, sin que dicha frase tuviera nada que ver con el decrecimiento, concepto al que no se aludía para nada y que, además, nunca he defendido. Como he argumentado en distintos trabajos, el decrecimiento constituye en mi opinión un concepto de perfiles difusos, sin apenas alcance explicativo, y de dudoso interés en el plano normativo. Creo, además, que su uso no contribuye, sino al revés, al necesario avance de una crítica rigurosa del crecimiento económico como actual referencia básica de la organización económica y social. Como he señalado en distintos trabajos y artículos, la impostergable transición hacia una era de poscrecimiento no puede descansar en la defensa del incremento constante de la producción medida en términos monetarios, pero tampoco en la reducción de la misma, pues ni una ni otra sirven para aproximarnos a un análisis riguroso de las necesidades humanas, ni de los límites que la base de recursos impone para su satisfacción.