Tenemos una sociedad en la que se valora el poder, el éxito, los altos cargos, el brillo y el prestigio. Hay que ser como los diamantes y, por lo tanto, también el valor económico será considerable. Pero la mayoría de las personas y sus trabajos son como el agua. El agua es humilde, no tiene gran prestigio ni valor económico, pero sin agua no hay vida. Nos damos cuenta del valor del agua cuando escasea. Con la pandemia del coronavirus hemos aprendido lo necesarios que somos todos, hasta los que nos quedamos en casa, pero sobre todo los que producen los alimentos, los que los reparten, los que los venden para que nos podamos alimentar todos los días, los que trabajan en las limpiezas y, por supuesto, todos los sanitarios y todos los que tienen que trabajar en estas difíciles circunstancias. Se puede vivir sin diamantes pero no se puede vivir sin agua.