Hay momentos en que pienso que nos hemos pasado de rosca con el medio ambiente, con la vida socio-económica y política, donde la persona no existe, sino el beneficio por el beneficio. Creo que saldremos de esta, haciendo lo que tenemos que hacer, estando en casa, siendo más solidarios y recíprocos, rezando y esperando. No nos vendría nada mal recordar aquellas virtudes de fe, esperanza y caridad. Espero que nuestros científicos saquen a flote ese medicamento milagroso para superar este virus, pero no sería suficiente si no intentáramos vivir el espíritu del amor al prójimo y de los derechos humanos. No soy entendido en materias farmacológicas ni microbiológicas, pero este virus nos está indicando la necesidad de sentirnos corresponsables, solidarios, potenciando la cultura de la proximidad. El presidente norteamericano John Fitzgerald Kennedy (1917-1963) en cierta ocasión dijo: "Nadie puede ser verdaderamente rico si sus vecinos son pobres". Creo que es una verdad incuestionable. Los países industrializados del Norte nunca serán verdaderamente ricos si sus vecinos del Sur se debaten entre la miseria y la muerte. La miseria del Tercer Mundo amenaza constantemente la riqueza del primero. Esto no podrá ser un mundo seguro y en paz si deja en la cuneta de la historia a los países empobrecidos del Sur. Solo la globalización de la solidaridad puede salvar el mundo. Espero que esta crisis de pandemia nos lleve a buscar una salida global y justa.