Más pronto que tarde, nos veremos sumidos en Euskadi en época de elecciones. La huelga política del pasado 30 de enero ha estado avalada por ese odio ideológico que rezuma desde Sortu sobre el Partido Nacionalista Vasco, donde han quedado patentes las formas de proceder de unos y otros.

Unos a la vieja usanza, con quema de contenedores, paralización de autobuses, barricadas en las carreteras, cierre de farmacias, consultas y operaciones hospitalarias sin atenderse, niños sin poder asistir a clase...

En resumidas cuentas: intimidando, obstaculizando y coaccionando al ciudadano, e impidiendo que hagan suyos libremente los derechos que les amparan, puesto que si unos tienen el derecho de huelga, otros tienen el derecho a ser atendidos y poder realizar libremente y sin coacciones su trabajo.

Desearía preguntar a Sortu si conoce el porcentaje de personas que hubieran secundado la huelga, de no haber existido piquetes intimidatorios.