Ya se escuchan a lo lejos en el atardecer, recordando aquellas películas, de los tambores de Fumanchú, Fumanchú ataca, y la venganza del Sifan, que vimos en la década de los años 40, y que tanto atemorizaban al personal; pero nada tienen que ver con estos, que por el contario nos dan fuerza para conmemorar a nuestro santo San Sebastián. Una jornada completa nos espera, que servirá para desfogar muestras preocupaciones, y que sirva esta fiesta de alguna manera, para afrontar los problemas con ilusiones. Nadie sabe la relación con nuestro Santo que una tamborrada pueda tener, pues impertérrito las escucha sin llanto, 24 horas sin padecer. Cada año hay más tamborradas, y con ellas más barrileros y tamborreros, convirtiendo la fiesta en una pasada, que es la admiración de nativos y foráneos. Del barril hicimos un instrumento, pues servía para apagar nuestra sed, y es de admirar su respuesta al momento, cuando el tambor le invita a responder. Sin dejar de recordar al Tam Tam, con el tambor y el barril, en esta fiesta de San Sebastián, ambos instrumentos provocan alegrías mil, pues al escucharlos no puede haber mejor plan. Disfrutemos con paz y alegría, sin parar con el rakataplan.