El lunes se celebró el 25º aniversario de la inauguración del Museo Guggenheim de Bilbao, y parece que fue ayer cuando aquello tuvo lugar. Echando la vista atrás, recuerdo la controversia que se generó sobre lo acertado y/o la conveniencia del proyecto para instalar una sede del Museo Guggenheim en Bilbao, y el coste del proyecto. ¿Lo recordáis?. Ahora, la realidad es que aquel proyecto, junto con otros que se materializaron al mismo tiempo, ha generado muchas más cosas de las esperadas en un inicio. No solo el éxito que se puede predicar de los casi 25 millones de visitantes, sino el más importante que ha supuesto: poner a Bilbao en el mapa de ciudades que tienen un atractivo turístico tanto para nacionales como para extranjeros. Un proyecto que fue extrapolado generando los proyectos Kursaal y Artium, con importante impacto en la vida de ambas ciudades. Lo que empezó hace 25 años ha dado lugar a un importante cambio no solo en la imagen de Bilbao, sus calles, sus edificios, sus servicios, sus negocios de hostelería... sino también en relación con sus ciudadanos y visitantes, haciendo que sea un lugar más atractivo para atraer nuevos proyectos culturales o reforzar otros existentes que han logrado llegar más allá de las fronteras de la Villa de Bilbao. Eso ha llevado a un gran cambio en una pequeña ciudad; un cambio que algunos consideraban incierto e improbable, pero que, afortunadamente, ha tenido lugar, y que espero continúe durante los próximos 25 años y muchos más. En esa tarea deben de esforzarse, como lo hicieron hace 25 años, nuestros actuales políticos, empresarios, artistas, y todos los ciudadanos de Bilbao, para crear nuevos proyectos que hagan que la ciudad siga creciendo y generando nuevas ilusiones. Hay que seguir invirtiendo en cultura porque es uno de los motores más importantes en el desarrollo de las sociedades.