EYENDO en este periódico la columna de los sábados de Koldo Mediavilla, encuentro una reflexión pretendidamente académica que Koldo reproduce del director de Ciencias Políticas y de la Administración de la UPV/EHU. La reflexión de este académico se condensa en la atribución a Biden y a la OTAN de "atenuar la polarización de la política norteamericana y el fortalecimiento del dólar". Parece deducirse que Putin es una víctima vulnerable, inmersa en estas operaciones geopolíticas y que sencillamente se está defendiendo. No se si semejante tergiversación de la realidad está protegida por la libertad de cátedra ni si la libertad de cátedra admite convertirse en cómplice intelectual de una matanza que vulnera todos los principios del derecho internacional.

Una reflexión como la anterior no se han atrevido a realizar ni los servicios de información rusos (cuya función es desinformar) ni siquiera Peskov, secretario de prensa del gobierno ruso (cuyo impresionante yate ha sido ya incautado). Hasta para la práctica de la distopía hay que tener un punto de contención para que esta sea creíble.

No explica este ilustre profesor cómo las tropas de la víctima han provocado ya más de 1.340 víctimas civiles en Ucrania; han minado y bombardeado corredores humanitarios; mantienen a más de 9.000 localidades ucranianas rodeadas sin luz, agua y calefacción; dos de cada diez mujeres han sido violadas en las zonas de control ruso; zonas residenciales son bombardeadas alrededor de toda la geografía ucraniana de forma sistemática; tres millones de personas han tenido que huir del país según cifras de Acnur y se espera que lleguen a cinco en un breve periodo de tiempo; Ucrania comunicó al Organismo Internacional de Energía Atómica (OIEA) que una nueva instalación de investigación nuclear que produce radioisótopos para aplicaciones médicas e industriales había sido dañada por bombardeos en la ciudad de Járkov.

En Rusia, los ciudadanos que se manifiestan contra la guerra son perseguidos, aproximadamente 9.000 detenidos con la posibilidad de que estos sean enviados al frente de guerra.

La Duma ha aprobado una ley castigando, hasta con 15 años de cárcel a quienes contradigan la versión oficial del curso de la guerra, prohibiendo informaciones eufemísticamente llamadas derrotistas e incluso usando expresiones como guerra o agresión, lo que ha provocado el abandono de Rusia de la BBC, de la RAI italiana, RTVE, las cadenas alemanas ARD y ZDF, la CNN, la Agencia Efe, la Agencia Bloomberg y prácticamente toda la prensa internacional.

Los precedentes de la historia política de esta víctima llamada Putin son conocidos: envenenamiento o encarcelamiento de líderes opositores; destrucción de la sociedad civil organizada; prácticas de corrupción que solo en el ámbito militar y a través de diversos oligarcas y de lo ya constatado supera los 300.000 millones de dólares; la sociedad rusa está controlada por un grupo de oligarcas enriquecidos con y gracias a Putin con más de 800.000 millones de euros y una ostentación obscena de su riqueza.

En el ámbito internacional la agresión contra Ucrania vulnera los Convenios de La Haya de 1899 y de 1907, Convenios de Ginebra de 1949 y Protocolo Adicional I de 1977, la Declaración Universal de Derechos Humanos de 1948, la Convención Europea de Derecho Humanos de 1950, el Estatuto de Roma es el instrumento constitutivo de la Corte Penal Internacional.

Lo mismo ha ocurrido en anteriores intervenciones de las fuerzas armadas rusas en Georgia, en Chechenia (en Grozni media docena de misiles alcanzaron una maternidad y un mercado), en Siria manteniendo en el poder a otro sátrapa Bashar Al-Ásad, en el Donbás donde los señores de la guerra han ocupado grandes extensiones de terreno en la zona prorrusa, la anexión de Crimea.

Afirmaba con pertinencia Mikel Mancisidor que resulta un debate estéril el relativo a si Putin es comunista o de extrema derecha, que esta discusión se mueve en categorías periclitadas y desconoce la taxonomía de una identidad política sencillamente totalitaria, militarista, autocrática, egocéntrica y de más que dudoso equilibrio mental. En todo caso están demostradas las conexiones de los servicios de inteligencia rusos con los movimientos neofascistas que están floreciendo en Europa. Tampoco faltan nostálgicos que ven en Putin el contendiente de una OTAN imperialista y contraria a su ensoñación de la bondad de la dictadura del proletariado (algunos de estos están en algún partido con representación parlamentaria).

La libertad de cátedra supone un derecho fundamental de los profesores y una de las manifestaciones de la libertad de enseñanza, así como concreción específica de la libertad de expresión, que supone la posibilidad que tienen los docentes de exponer la materia que deben impartir con arreglo a sus propias convicciones.

El krausismo pretendía, que fuera "inviolable el profesor en la expresión de su pensamiento bajo la salvaguardia de la libertad científica y de su conciencia moral". La libertad de cátedra se configuraba en su origen histórico como una libertad frente al Estado, que garantizaba la libre expresión del profesor funcionario en el ámbito de la enseñanza pública superior. Problema distinto es el de la mayor o menor amplitud de la libertad de cátedra según el tipo de centro y el nivel docente, pues la extensión del ámbito de aplicación de este derecho va acompañada por una reducción de su contenido positivo, en la medida necesaria para hacer compatible su ejercicio con otros bienes y derechos constitucionalmente protegidos.

Estos bienes y derechos que la libertad de cátedra debe contemplar no serán el respeto a la verdad objetivamente constatable, a la verdad derivada de las declaraciones de las Naciones Unidas y de lo que todos los ciudadanos vemos cuando las guerras se retransmiten en directo. ¿Qué opinará el Claustro de la UPV/EHU? * Jurista