Cuentan que el momento álgido de los anacoretas tuvo lugar, entre los siglos IV y V, y que el más famoso de todos ellos fue Simeón el Estilita, muerto en el año 459, probablemente de un chichón. El historiador Teodoreto de Ciro le atribuye el curioso récord de haber vivido 37 años en una columna de 17 metros de altura, en la ciudad siria de Alepo. Ingresó a los 15 años en un convento, de donde le expulsaron por su desmedida afición a los cilicios. En su extraño periplo pasó al interior de una cisterna y luego a una cueva, hasta que finalmente se encaramó a su columna. El número y fama de los anacoretas se redujo drásticamente, llegando a aplicarse la denominación a casos espurios que poco o nada tienen que ver con aquella tradición. Ayer, a las 8.13 horas de la mañana, Iñaki Urdangarin ingresó en Brieva, una pequeña prisión de mujeres, situada a 7 kilómetros de Ávila y a hora y media en coche de Madrid. El edificio se construyó en 1989, sobre una superficie de 43.540 metros cuadrados, con 162 celdas y otras 18 complementarias en la enfermería. Su población reclusa es de 200 internas y hasta ayer ningún interno masculino. El módulo de hombres tiene cinco plazas, una sala de televisión y un patio de 25 metros de largo por siete de ancho. Ningún varón habitualmente pasa más de 72 horas en ese recinto, desviándolos a las cárceles de Villanubla (Valladolid) y de Segovia. Solo en casos muy excepcionales por seguridad se admiten anacoretas, aislados por completo de los módulos de mujeres. El último fue Luis Roldán que estuvo allí entre 1995 y 2005. Ahora el nuevo inquilino es Urdangarin, que tiene garantizados 5 años y 10 meses de cárcel, pero todo parece indicar que se trata de prisión “a la carta”. Lo reglamentario es que se le conceda el segundo grado, al cumplir la cuarta parte de la pena, pero ya se verá. De momento, llega a una prisión con aseos, techo del pabellón deportivo, sistema de calefacción y red de agua caliente renovados. Es decir, que Urdangarin hará vida aislada, de anacoreta, pero de trepar a la columna, nada.