Eibar, suelo y vivienda
Recientemente los medios de información local se hacían eco de los acuerdos alcanzados entre el PSOE del Ayuntamiento de Eibar y el consejero de Vivienda, Iñaki Arriola
En dicho acuerdo, una vez más, sale a la palestra la posibilidad de construir más viviendas en nuestro pueblo, esta vez en las Unidades de Ejecución de Egazelai, Bolingua y Jardiñeta y, tal como viene siendo repetitivo, estos tres proyectos se pretenden llevar a cabo en suelos libres o casi libres de cargas, exceptuando lógicamente aquellos derivados de la obligada compra del terreno, suelos nuevos que suman su ámbito de actuación 54.000 metros cuadrados.
Desde Eibarko Astindu Hirigin-tza Taldea hemos denunciado esta forma de intervención urbanística municipal, pues entendemos que ni es la más acertada ni la más racional para llevar adelante una política de regeneración urbana, esta forma de gestionar un bien escaso como es el suelo de Eibar supone una hipoteca de imprevisibles consecuencias a medio plazo y que hoy se podría evitar. Teniendo en cuenta que Eibar es uno de los pueblos más congestionados y masificados de Euskal Herria, tampoco es una forma de actuación acertada para paliar las consecuencias de esta masificación urbana que supone vivir más de 160 personas por hectárea.
El dato de 13.000 viviendas para 27.000 habitantes nos está diciendo que la unidad familiar por vivienda es de 2,1 personas y además, según el maravilloso Plan General, se prevé la construcción de 2.300 más, repartidas en 560 de protección en alguna de sus modalidades y el resto, 1. 756 de libre mercado. Desde el Ayuntamiento se mantiene el criterio que existe una demanda contrastada de 1.600 nuevas viviendas, pero también es verdad que en Eibar tenemos más de 1.000 viviendas vacías y que la intervención municipal a este respecto es a todas luces insuficiente.
Las Unidades de Ejecución de dicho Plan son 28 de las cuales diez se sitúan en suelos clasificados como urbanizables pero que hasta la fecha no se han utilizado, además de las tres unidades anteriormente comentadas están: Ubitxa, Sostoatarren, Iparragirre, Legarre Gain, Artegieta y otras… Entre todas ellas, tienen un ámbito de ocupación cercano a los 100.000 metros cuadrados (10 hectáreas o 13 campos de fútbol como Ipurua). No es casualidad que la mayoría de estas unidades estén siendo gestionadas y tengan algún grado de intervención administrativa municipal para actuar cuando las condiciones de oferta y demanda del mercado del negocio de la vivienda así lo permita. Se olvidan de las sugerencias que hacía el plan estratégico sobre los suelos y edificios obsoletos y van a por la guinda del pastel, los suelos vírgenes y pequeños espacios todavía sin degradar. ¡Qué golosos!
Por otra parte, observamos, que las 18 unidades restantes que se encuentran en suelo urbano y urbanizado, y donde la intervención urbanística supondría una regeneración importante y necesaria, resulta que, salvo rara excepción, el denominador común es que se encuentran en una situación de falta de iniciativas para promoverlas. Con esta política de utilizar reservas de suelo nuevo, ¿para cuándo y cómo tiene previsto el Ayuntamiento actuar en unidades degradadas y obsoletas como Murrategi, Azitain, Ubitxa, Blas Etxeberria, Arane Urtzaile, Arragueta, Sostoa, Matxaria, Bitor Sarasketa, Txonta… suelos que suman un total de 225.300 metros cuadrados?
La política municipal en materia de vivienda no existe, el Ayuntamiento se encuentra cómodo porque no tiene casi oposición ni dentro ni fuera, pero prisionero de sus propios planes de ordenación y se limita a gestionar licencias como si vendiera caramelos en la puerta de un colegio, pero esta situación cada día es más insostenible y preocupante, y todos en alguna medida por acción u omisión tenemos nuestro grado de responsabilidad, Eibar no es el patrimonio de los mandamases municipales. Eibar es de las y los eibarreses.
Estos datos del PGOU y su aplicación, nos tienen que ayudar a salir de ese conformismo que llevamos dentro y nos hace mirar a esta clase de actuaciones municipal como algo normal, ajeno y cotidiano, cuando por medio de la ordenación urbanística se nos está imponiendo un modelo de ciudad pensando por y para los promotores y poco o nada para el ciudadano. Gure esku dago!