- El primer ministro británico, Boris Johnson, dijo ayer que la nueva ley que permitirá a su Gobierno anular partes del Protocolo de Irlanda del Norte negociado con el acuerdo del brexit “no es gran cosa” y solo introduce “ajustes triviales” para que funcione mejor. Johnson hizo estas declaraciones antes de comenzar la tramitación en la Cámara de los Comunes del controvertido proyecto de ley del Protocolo de Irlanda del Norte, por el que el Ejecutivo británico sustituirá unilateralmente las disposiciones que negoció en 2020 con la Unión Europea (UE) por otras que considera más beneficiosas para el Reino Unido.

El líder conservador argumentó que los cambios propuestos por su ministra de Exteriores, Liz Truss, son en realidad “ajustes triviales en el contexto más amplio” de la situación y explicó que arreglar los fallos es un mero “cambio burocrático” y es “relativamente sencillo” hacerlo.

Opinó que sería “una gran exageración” si Bruselas reacciona instigando una guerra comercial y dijo que lo que trata de hacer Londres es “simplificar las cosas para eliminar las barreras al comercio entre Gran Bretaña e Irlanda del Norte”.

En sus declaraciones a los medios, negó además que el Reino Unido esté violando la legislación internacional al actuar de manera unilateral y sostuvo que prevalece “respetar el acuerdo del Viernes Santo” de 1998, que puso fin a décadas de conflicto armado en Irlanda del Norte y que, según Londres, se está viendo amenazado.

El protocolo, destinado a evitar una frontera física entre Belfast y Dublín -que sigue en el mercado único comunitario-, establece controles aduaneros a los bienes que van de Gran Bretaña a Irlanda del Norte, lo que, para los políticos norirlandeses unionistas, amenaza la integridad territorial del Reino Unido.

Además, la mayor burocracia del nuevo sistema, que ni siquiera se ha aplicado aún en su totalidad, ha provocado escasez de suministros y exacerbado la crisis en la región británica.

El Partido Democrático Unionista (DUP), segunda fuerza política norirlandesa tras las elecciones del 5 de mayo, se niega a formar un gobierno de poder compartido con sus rivales republicanos del Sinn Féin, lo que mantiene bloqueadas las instituciones autonómicas.

Al anunciar el proyecto de ley en mayo, Truss explicó que creará un carril verde para que los bienes procedentes de Gran Bretaña destinados solo para consumo en Irlanda del Norte estén exentos de los controles de aduanas que se aplicarán a los que pasan a Irlanda (carril rojo).

En todo caso, el texto puede tardar meses en ser aprobado, pues el Partido Laborista ya ha indicado que votará en contra y cuenta también con oposición dentro de las propias filas conservadoras -también hay dirigentes euroescépticos que han reclamado en los últimos días directamente la anulación total del Protocolo- y en la Cámara de los Lores.

El vicepresidente de la Comisión Europea encargado de supervisar las relaciones con Reino Unido, Maros Sefcovic, que ya anticipó que la UE no se quedaría de brazos cruzados y respondería con “todas las medidas” a la modificación no consensuada del Protocolo de Irlanda del Norte, señaló que el bloque “siempre ha prestado la máxima atención al impacto del brexit en Irlanda del Norte, ofreciendo soluciones factibles”.

Por su parte, jefe de la diplomacia irlandesa, Simon Coveney, apuntó que la puerta del diálogo sigue abierta pero advirtió de que el anuncio británico “añade más inestabilidad”. “El Gobierno de Reino Unido propone desmarcarse del Derecho Internacional, rechazar un enfoque de colaboración, ignorar la mayoría en Irlanda del Norte y aumentar la tensión mientras la UE busca un acuerdo”, añadió.

“Afecta a la confianza y la UE necesita tener un socio fiable con el que negociar”, señaló Coveney. “El unilateralismo no funciona. El unilateralismo nunca ha funcionado en los Acuerdos de Viernes Santo”, sentenció.

La Comisión Europea ya abrió en marzo de 2021 un expediente por los primeros incumplimientos del Protocolo, aceptado en su día por el Gobierno de Boris Johnson para evitar una frontera dura en Irlanda del Norte, que quedó dentro del mercado común europeo. Sin embargo, Bruselas decidió aparcar este procedimiento de infracción para dar una última oportunidad a las negociaciones, que han seguido su curso sin que las partes hayan logrado llegar a algún tipo de pacto.