Sólo mirarlo ya produce vértigo. Incluso a kilómetros de distancia. Desde la base, la sensación es de temor. Burj Dubai es una construcción de dimensiones épicas, enclavada en el centro de una ciudad empeñada en ridiculizar a los faraones del antiguo Egipto. De hecho, su espectacular silueta se puede ver desde 95 kilómetros de distancia.

Es, con sus 818 metros de altura, el edificio más alto del mundo. Y hunde sus cimientos hasta 43 metros bajo la superficie. Pero los récords que bate son innumerables: es el rascacielos con mayor número de plantas, más de 200; el que cuenta con el observatorio más elevado del planeta, en el piso 124; y en el que se encuentra el recorrido más largo jamás proyectado para un ascensor, de 504 metros.

Estos elevadores, que tendrán dos pisos para que puedan ser utilizados por dos plantas de forma simultánea, recorrerán ese medio kilómetro en un santiamén. Serán los más rápidos en funcionamiento, y viajarán a una velocidad de 18 metros por segundo (64 kilómetros por hora), superando en dos metros por segundo a los que actualmente lanzan a los residentes del Taipei 101, el edificio que ostentaba hasta ahora el título de más alto con sus 509 metros. Para evitar grandes aglomeraciones, el rascacielos contará con 56 ascensores.

Obviamente, en su construcción, que ha llevado seis años, también ha sido necesario echar mano de superlativos. Así, los obreros han tenido que ingeniárselas para bombear hormigón hasta los 605 metros de altura, un logro nunca antes alcanzado. También han sido necesarias 31.400 toneladas métricas de acero para erigir la impresionante estructura, que ha sido probada en 40 túneles de viento, y 28.261 paneles de cristal para recubrirla. No es de extrañar que hayan hecho falta hasta 12.000 trabajadores, que han invertido 22 millones de horas, para hacer realidad el megalómano sueño de Mohammed Ali Alabbar, presidente de Emaar Properties, una de las mayores constructoras de Oriente Medio.

Este monstruo de hormigón y acero, cuyas cifras marean, abre sus puertas mañana en la futurista ciudad de Dubai, uno de los Emiratos Árabes Unidos. Culmina de esta forma un proyecto caracterizado desde el primer momento por el misterio. De hecho, habrá que esperar a la ceremonia que presidirá el vicepresidente del país y emir de Dubai, Sheikh Mohammed Bin Rashid Al Maktoum, para conocer la altura exacta del rascacielos, aunque diferentes fuentes aseguran que la punta de la antena del edificio está separada del suelo entre 818 y 824 metros.

Quizá entonces también se revele el costo del gigante, que comenzó su singladura con un presupuesto de 800 millones de dólares (550 millones de euros). No obstante, después de que su construcción se haya retrasado en dos ocasiones, y haya sido necesario realizar importantes cambios en el diseño del arquitecto estadounidense Adrian Smith, todo apunta a que el precio final se ha disparado hasta superar los 4.000 millones (2.700 millones de euros).

Por eso, quien quiera adquirir una oficina en el Burj Dubai tendrá que rascarse el bolsillo. Y mucho. El metro cuadrado alcanza ya los 43.000 dólares (29.000 euros). Y todavía tendrán que hipotecarse más los adinerados que quieran establecer su residencia en alguno de los 800 apartamentos que estarán ubicados entre los pisos 17 y 108. Un pisito de 2 habitaciones y 75 metros cuadrados cuesta en torno a dos millones de euros.

Claro que eso da derecho a utilizar las instalaciones adyacentes al rascacielos. Se trata de una ciudad paralela llamada Downtown Dubai, cuyo presupuesto ronda los 14.000 millones de euros y que cuenta con 19 hectáreas de espacios verdes y una fuente de diseño psicodélico de casi 300 metros de diámetro, que lanza un chorro de agua hasta los 150 metros de altura.

Como no podía ser de otra forma, el complejo que alberga al rascacielos dispondrá también de lugares de ocio, gimnasios, y centros comerciales de lujo. Se estima que hará falta casi un millón de litros de agua para abastecer a toda la población del edificio, y en los días de mayor calor (no es raro que el mercurio sobrepase la marca de los 45 grados) será necesario líquido refrigerante con capacidad para conseguir el efecto de 10.000 toneladas de hielo.

Después de alucinar con las cifras que presentan los promotores del proyecto, muchos de quienes terminarán trabajando o viviendo en el mayor rascacielos del mundo se hacen una pregunta clave: ¿es el Burj Dubai seguro? Emaar asegura que sí. El diseño, que imita la flor autóctona himenocallis, ha tenido en cuenta todos los posibles peligros. En primer lugar, el cambio de presión que va ligado a la diferencia de altura, y la fuerza de las fuertes corrientes de viento. En segundo término, la posibilidad de un fuego: todas las escaleras están construidas con un hormigón aislante, y cada 25 plantas existe un piso refugio completamente ignífugo que cuenta con un equipo independiente de aire acondicionado.

Y el Burj Dubai cuenta también con el mayor ascensor para bomberos del mundo, capaz de alzar hasta 5,5 toneladas en caso de fuego. Pero, ¿resistiría un impacto como el que acabó con las Torres Gemelas? Los constructores no se han pronunciado al respecto, aunque es poco probable que los integristas islámicos atenten en un país musulmán regido por leyes propias de esta religión.

En cualquier caso, el proyecto no se ha librado de polémicas. La más importante la protagonizaron los trabajadores que han hecho realidad el rascacielos. La mayoría, como en el resto de construcciones de Dubai, proceden de países del subcontinente indio, y sufren una explotación laboral que, según denuncian diferentes organizaciones de Derechos Humanos, raya la esclavitud. Algunos carpinteros han cobrado unos 3 euros por jornada, y la situación llegó incluso a provocar disturbios. Unos 2.500 trabajadores salieron a las calles y se produjo una batalla campal que provocó daños por valor de un millón de dólares. Pero eso ya es agua pasada, y difícilmente pesará en la conciencia de quienes están a punto de estrenar sus lujosas residencias en la obra humana que más alto rasga el cielo. Ni siquiera la crisis económica les aguará hoy la fiesta.

Lo que está claro es que Burj Dubai, que dispone de más de mil departamentos, oficinas repartidas en 49 pisos y un lujoso hotel Armani en los pisos inferiores, es el elemento central de un gigantesco proyecto de 20.000 millones de dólares, el nuevo barrio Downtown Burj Dubai, que incluye 30.000 departamentos y el mayor centro comercial del mundo.

La ostentación contrasta con la crisis de insolvencia del emirato que se conoció en noviembre pasado.

Burj Dubai podría ser, según algunos observadores, el último de los faraónicos proyectos por los que Dubai ha adquirido una fama mundial, incluida una isla artificial en forma de palmera construida por el gigante de la construcción Nakheel, en el centro de las dificultades financieras del emirato.

Nakheel es una filial del conglomerado Dubai World que pidió una moratoria sobre una deuda de varios miles de millones de dólares.

El nuevo Burj Dubai podría empeorar los males del emirato añadiendo más propiedad a un mercado saturado.