Aquí en la redacción hemos vivido con emoción el txupinazo de los sanfermines. Dos años sin ver esa plaza llena, ese disfrute y esa alegría se han hecho largos incluso para quienes lo tenemos que gozar desde la barrera, por televisión. Solo espero que esa alegría se mantenga en todo lo alto todos los días, que nada la empañe. Solo espero que sean unas fiestas para que todas y todos las vivan en libertad, en igualdad. Que la palabra miedo desaparezca del diccionario festivo para siempre jamás. Solo espero que ningún rincón, ningún espacio sea inseguro para nadie. Y volviendo al txupinazo, ¡qué decir! Ha sido una explosión, abrir las compuertas de una presa y que salga el agua sin freno. Tengo que reconocerlo. Me he sentido un punto amona, pensando que estando allí igual me daba un pampurrio. Pero también me ha pasado por la cabeza algo mucho peor, que me ha helado las venas. He pensado: ¡A ver quién saca esas manchas de vino!. Con manchas o sin manchas, bañadas en vino o rociadas, toca pasarlo bien, pero que muy bien. ¡Ay! Otra idea terrorífica que evidencia que a una el arroz festivo se le ha pasado: me vienen a la mente las gaupasas por contagio que tendrán/tendremos que hacer amas y aitas en las próximas semanas y meses. Mon dieu, qué mala es la edad.