Este salpicón de entrecomillados que les traigo venía hecho prácticamente desde que Margarita Robles se presentó su comparecencia de ayer con la cabeza de la directora del CNI en una candeja. "Robles entrega a la directora del CNI para salvar a Sánchez", atruena en primera ABC. Como ilustración seis fotos, seis, de la ministra que ha pasado de amada a odiada.

Es el anticipo de un editorial con título de calibre grueso, de esos que juguetean con conceptos muy graves: "Sánchez da otro golpe al Estado". Se capta la intención, ¿no? Y en la letra menuda, postas dialécticas: "La única institución que le faltaba al sanchismo por prostituir en público, ya no queda organismo esencial del Estado que el Gobierno no haya horadado, manipulado, pervertido y sometido a extorsión. El resultado es otro triunfo del independentismo y un retrato de lo que es el Ejecutivo de Pedro Sánchez, con una ministra de Defensa que ya ha dejado de ser creíble porque a su férreo apoyo de días atrás a Esteban solo ha seguido su negativa a dimitir".

"Vergüenza", anota como encabezado de su diatriba Ignacio Camacho. He aquí el primer párrafo: "No es un error, es una vergüenza. Tal vez incluso una traición, en sentido lato, en la medida en que el propio Gobierno entrega a los enemigos del Estado la cabeza de la alta funcionaria encargada de vigilarlos. Y desde luego una infamia porque la directoria del CNI se ha limitado a cumplir el encargo recibido con máxima eficacia".

Se comparta o no, el veterano opinador sevillano tiene empaque. No se puede decir lo mismo del chishgarabís José P. Peláez, que se permite el tuteo y hablar dedos personajes públicos usando el nombre de pila: "Margarita, tienes que irte ya. Aunque solo sea por Paz, por su equipo y por los servicios de inteligencia [Robles] ha de salir hoy mismo y dando las explicaciones que considere".

En Libertad Digital toda la ganadería opinatera sale en tromba contra la titular de Defensa. "Vergüenza de ministra", la vitupera Emilio Campmany. "Entre unos y otros se había construido un ente de ficción que respondía por Margarita Robles, cuyo parecido con la realidad era pura coincidencia, que ha muerto políticamente este martes ", sentencia Carmela Jordá.

También tuteando, el condescendiente José Alejandro Vara titula: "Margarita, ya estás tardando". Debajo, esta frase: "La ejecución política de la jefa del CNI para servir su cabeza a los sediciosos catalanes impide la continuidad de la ministra de Defensa y consagra escalada imparable del latrocinio institucional del sanchismo".

"Robles sirve a Sánchez y a ERC la cabeza de la directora del CNI", titula El Mundo ocupando tres cuartos de la primera. En el editorial, la previsible exigencia de dimisión: "La situación de Robles es hoy efectivamente insostenible, pero no por las razones que aducen Podemos y los separatistas sino por haberse traicionado a sí misma. Y ni así logrará la piedad de ERC ni el respeto perdido del constitucionalismo: su posición en el Gobierno ha dejado de tener sentido para unos y para otros. Así funciona el sanchismo. Seguirá degradando una institución tras otra hasta que las urnas permitan a los españoles rescatarlas de Sánchez".

En El Confidencial, Ignacio Varela cocina el mismo potito ideológico, pero le añade unas gotitas de canela. ¿Y si hay venganza de la defenestrada?. Quién sabe: "De todas las cosas indignas que Pedro Sánchez ha hecho desde que el poder cayó en sus manos, quizás una de las más indignas —y con toda seguridad, de las más peligrosas— es decapitar en la plaza pública a la jefa de los servicios de información del Estado, promoviendo previamente una operación de descrédito masivo de esos servicios. Es peligroso para la seguridad nacional, por supuesto; pero también para el propio ejecutor, porque no suele ser buena idea que un gobernante delate y humille a sus propios espías".

Me he saltado como una docena de copia-pegas, pero para no agotarles, voy terminando en La Razón, cuyo titular sobre la cuestión es el más chisporroteante. Aunque la foto es de Robles, no aparece su nombre, ni el de la directo cesada mi el del propio CNI. Vean quién es el protagonista: "Feijóo pasa a la acción ante la «mentira» del Gobierno".

También hay editorial del que les libro y una moralina firmada por el director, Francisco Marhuenda. Esta sí les va a aprovechar porque incluye hasta cotilleos familiares y gotitas de erudición. Sin que falten los soplamocos, claro: "Es triste que el Gobierno de España se humille ante aquellas formaciones que han conspirado contra el orden constitucional. Las escuchas se realizaron con todas las garantías previstas por la ley que regula el control judicial previo de las actuaciones del CNI. Fueron supervisadas, además, por el magistrado Pablo Lucas Murillo de la Cueva que es un excelente jurista, hijo de Pablo Lucas Verdú, uno de los grandes catedráticos españoles de Derecho Constitucional, y compañero de Robles en la Sala Tercera del Tribunal Supremo".