Se ha convertido en una gran y fraternal bola de nieve. El pasado mes de abril, el Papa Francisco se hizo con un ejemplar, lo leyó y lo citó tras su regreso de su viaje oficial a Malta. El pontífice pidió que se tratara de la misma manera tanto a los ucranianos que escapan de la guerra, como a los migrantes y refugiados africanos que huyen del hambre y de conflictos bélicos y a los que desde el sur se les cierra sistemáticamente la puerta. "Al igual que Europa hace sitio generosamente a los ucranianos que llaman a la puerta, también lo debe hacer con quienes vienen del Mediterráneo", señaló.

La traducción del euskera al castellano ha corrido a cargo del periodista y escritor Ander Izagirre. 'Hermanito' se ha publicado ya bajo el paraguas de la editorial Blackie Books. Bergoglio lo citó después de visitar un centro de acogida de inmigrantes. "Las cosas que he oído allí son terribles, el sufrimiento de estas personas para llegar hasta aquí me emocionó mucho. Testimonios y sufrimientos que están en el libro que salió en español bajo el título de 'Hermanito'. Os pido que reflexionéis sobre este tema".

La durísima historia de 'Miñan' puede ser la de cualquiera que se juega la vida para alcanzar la próspera Europa. Está contada en primera persona por un joven guineano llamado Ibrahima Balde. Su odisea empieza en la capital, Conakry, y termina en un bote de salvamento marítimo.

Durante años seguirá los pasos de su hermano pequeño Alhassane. Es la crónica de una vida frágil como las alas de una mariposa que están a punto de quebrarse. Ibrahima cruzará el desierto moribundo; se las verá con pasantes, policías y secuestradores; tendrá sed, pasará hambre, sufrirá el dolor en sus propias carnes. Y su dolor es un poco el nuestro por asistir como espectadores a un drama del que nos sentimos un poco culpables. Su manera de dirigirse al lector disipa la oscuridad y las desgracias con una voz natural y veraz. Hay muchos 'Ibrahimas' con los que se cruzará en su camino. Sufrimos cada desgarro, le acompañamos y hasta le animamos en su aventura.

Las últimas palabras del libro forman parte de un poema que va dirigido al lector y que, avisa, puede ser cualquiera: su madre Fatimatu Diallo, su hermano Alhassane, un compañero que "cruza el desierto" o... el mismo Papa. El bertsolari Amets Arzallus acierta de lleno al poner por escrito una crónica que ojalá remueva conciencias, nos haga reflexionar sobre nuestro comportamiento en torno a la cuestión migratoria y, por qué no, cambie a mejor un mundo cada vez más rico pero más injusto.

El periodista Mikel Ayestaran comenzó su andadura profesional hace más de 25 años en El Diario Vasco. La redacción del barrio de Igara de Donostia se le quedó pequeño. Viajero apasionado, su devoción por la aventura y el periodismo le llevaron a cubrir temas internacionales en 2005. Como cuenta en la presentación que hizo para su blog, el bautismo de fuego le llegó en la invasión israelí del Líbano al año siguiente. "Entonces me subí a una rueda de la que espero no bajarme en mucho tiempo. El 8 de enero de 2015 fijé mi residencia en Jerusalén desde donde seguiré cubriendo toda la región".

Nacido en Beasain en 1975, su labor en Oriente Medio y otras partes de Asia y África -su zona de influencia abarca Túnez, Libia, Egipto, Yemen o la India- ha sido ampliamente reconocida con importantes premios y galardones: Premio Manuel Alcántara para Periodistas Jóvenes (2005), Premio del Club Internacional de Prensa (Madrid, 2009), Premio Cátedra Manu Leguineche (2017), Premio Ignacio Ellacuria (2018). Aún no ha cruzado la barrera de los 50 años y Ayestaran va camino de convertirse en una leyenda vasca del reporterismo internacional. Su actividad es más fecunda de lo que podría esperarse en el salto sin red del oficio del periodista freelance.

Colabora de manera permanente con los grupos EITB y Vocento y ha compaginado coberturas en zonas de conflicto con la publicación de un puñado de libros de corte periodístico. En 'Jerusalén, santa y cautiva' trata de desenredar el complejísimo nudo identitaria de una ciudad que son muchas ciudades y donde tres sistemas culturales (judío laico, judío ortodoxo y el palestino-árabe) chocan y se entrecruzan en una urbe de casi un millón de habitantes.

Mikel Ayestaran escribe en primera persona las enormes vicisitudes de un lugar que conoce bien -vive allí con su familia desde hace 7 años- y echando mano de las narraciones de los vecinos del barrio cristiano de la Ciudad Vieja. La crónica periodística se funde con vivencias personales en un documento imprescindible para conocer la mítica ciudad de Jerusalén, atada por su pasado y condenada al conflicto entre proyectos antagónicos que niegan la legitimidad al otro. El interminable dilema. l