La adaptación cinematográfica se llevó un Goya a los mejores efectos especiales y estuvo nominada en otras dos categorías (Mejor dirección artística y Mejor guion adaptado). Tuvo unas críticas aceptables y funcionó como producto de entretenimiento. A los críticos les sorprendió la elección de Dani Rovira en el papel protagonista, pero cualquiera que se hubiera atrevido a emular el rostro de la parodia española de Superman habría corrido la misma suerte: Superlópez solo hay uno y se encuentra fuera de la gran pantalla. Es el personaje que dibujó ‘Jan’ durante casi 50 años, primero en revistas de tirada semanal y luego ya en volúmenes más gruesos.

La editorial Bruguera anunció el pasado mes de febrero que el libro ‘Sueños frikis’ será la última aventura del superhéroe castizo creado por Juan López Fernández (su nombre real) en 1973. El autor, de 83 años, ha decidido ponerle punto y final a su criatura más querida. Superlópez nació como la cara b y humorística del gran icono estadounidense popularizado por DC Comics. Sin perder nunca la vis cómica, en los últimos tiempos se había acercado a temas sociales dando a conocer una faceta más comprometida del personaje.

En las primeras viñetas de ‘Sueños Frikis’, Superlópez se enfrenta a situaciones de violencia machista o relacionadas con el coste de la vida. Nacido en el planeta ficticio Chitón y criado en Lleida, el atípico superhéroe, torpe y con poderes corrientes, abre su corazón y se muestra apegado a la realidad actual a pie de calle. No faltan las píldoras fantásticas. “La última aventura de Superlópez transcurre en el mundo de espada y brujería”, afirman en el grupo editorial Penguin.

Antes de crear su gran personaje, ‘Jan’ había hecho sus pinitos en la industria de la animación audiovisual, lo que tiene un claro reflejo en la posterior obra gráfica. Las epopeyas domésticas de Superlópez no llamaron especialmente la atención en sus inicios. Tuvieron que pasar varios años hasta que, a finales de los 70, Bruguera lanzara sus aventuras más clásicas (‘Cabecicubos’) atrapando inmediatamente a los lectores con un humor fresco y atractivo. Reírse de Superman causó efecto. Y pronto se sucedieron las chanzas a costa de otros superhéroes americanos con la creación en 1979 de El Supergrupo, dibujado por el propio ‘Jan’ y escrito por Efepé. Solo hubo dos entregas. Ambas exitosas. El proyecto quedó guardado en un cajón hasta que el tándem se volvió a juntar en 2012 con nuevas historias.

Los años 80 fueron los de la confirmación y el éxito masivo. ‘Jan’ tomó las riendas del proyecto. Decidió modificar la estética de su personaje para evitar litigios legales entre el traje de Superlópez y el de Superman. Abordó temas más amplios, llegando a crear un universo muy particular donde tenían cabida la ciencia ficción, la fantasía o el cine, entre otros muchos. De esta época son ‘El señor de los chupetes’, ‘La caja de Pandora’ y ‘La gran superproducción’. Tras la quiebra de Bruguera, las aventuras continuaron en Ediciones B. Su personaje estrella se empezó a impregnar de contenido social recreando situaciones como las del Prestige en ‘Monster Chapapote’. ‘Jan’ recibió el Gran Premio del Salón del Cómic de Barcelona en reconocimiento al conjunto de su obra en 2002.

¿Los Beatles o los Stones? ¿Agassi o Sampras? ¿Tintín o Astérix? ¿Eres de Mortadelo y Filemón o de Zipi y Zape? Los cuatro grandes personajes de la editorial Bruguera tenían muchísimos incondicionales y, aunque no eran excluyentes, los lectores hacían piña con su tándem favorito. Como hemos visto, la creación de Ibáñez cuenta con un carácter atemporal y una capacidad asombrosa de no pasar de moda. También juega a su favor la gran Ofelia, que reivindicaba la belleza sexy de los kilos de más adelantándose a los movimientos feministas. Los gemelos jugaban en otra liga; ni mejor ni peor. Distinta. Y, por supuesto, igual de disfrutable.

Zipi y Zape: liándola parda

Para un niño es más fácil identificarse con el rubio Zipi y el moreno Zape. Son traviesos, revoltosos y siempre que pueden están listos para la próxima trastada. No tienen mucho más misterio. Explotan su lado más gamberro, lo que no quiere decir que carezcan de buen corazón; en el fondo son buenos muchachos. Su creador, Josep Escobar Saliente (1908-1994), tuvo que suavizar el contenido de las primeras historietas tras la entrada en vigor del Decreto de 24 de junio de 1955 sobre ordenación de la prensa infantil y juvenil.

Nacido en Barcelona, Escobar fue un hombre muy polifacético: pionero de dibujos animados, avezado inventor de cachivaches, caricaturista, historietista, autor y actor de teatro. Su lema era el siguiente: “Simplemente tienes que copiar en papel lo que ves en tu cabeza”. Y así fue. Además de Zipi y Zape también dio vida a ‘Carpanta’, ‘Petra, criada para todo’ y ‘Doña Tomasa, con fruición va y alquila su mansión’, entre otros tebeos.

La galería de personajes secundarios de Zipi y Zape son una muestra de su gran inventiva. Don Pantuflo, el padre y marido de Doña Jaimita, es un padre rígido, fumador de pipa y aficionado a las quinielas de fútbol; el profesor Don Minervo es el encargado de suspender a los gemelos, aunque haya veces, pocas, que merecen un 10; luego están el compañero de clase pelota (Peloto Chivátez), un ladrón de poca monta al que le salen mal sus fechorías (El manitas de Uranio) y el pesado vecino Plómez. Todos, inolvidables, gravitan en el universo de los dos niños.

Zipi y Zape gozaron de la fama como deberían. Ya en 1981 se llevó a los cines la primera adaptación del cómic, titulada ‘Las aventuras de Zipi y Zape’, con Francisco Javier Valtuille y Luis María Valtuille en el papel de los hermanos gemelos. La película dirigida por Enrique Guevara fue vapuleada: la revista Cinemanía lo definió como un “anticlásico español” y “absolutamente lamentable”. Corrieron mejor suerte las recientes ‘Zipi y Zape y el club de la canica’ (2013) y ‘Zipi y Zape y la Isla del Capitán’ (2016).

La colección Magos del Humor ha reunido las travesuras de los gemelos estos últimos años. Una curiosidad: a mediados de los 80 el cuarteto más popular de Bruguera coincidió en una misma historia. Zipi y Zape fueron invitados a conocer las instalaciones de la T.I.A. Los pequeñajos convirtieron la visita en un infierno y Mortadelo y Filemón acabaron desquiciados. Todo termina en absoluto desastre. No podía ser de otra manera.