l pasado 5 de marzo hubo tres capitales vascas de la robótica: Bilbao, Donostia y Arrasate. Fueron las sedes de la 13ª edición del torneo First Lego League de Euskadi, donde cerca de mil estudiantes de primaria y secundaria, agrupados en 118 equipos, se dieron cita para mostrar sus proyectos de innovación y los robots que habían estado creando los últimos meses. Los representantes de Begoñazpi Ikastola (Bilbao), Stem Toki-Edurobotic (Portugalete), San Fidel Ikastola (Gernika), Arizmendi Ikastola (Arrasate), Axular Lizeoa (Donostia) y Urkide Ikastetxea (Vitoria-Gasteiz) fueron los vencedores y, posteriormente, participaron en la final española, celebrado el 2 de abril.

Más allá del resultado, el evento capitaneado por la Agencia Vasca de Innovación, Innobasque, sirve para medir el conocimiento científico y tecnológico del alumnado. En este tipo de eventos tecnológicos dirigidos al público infantil y juvenil se desarrollan competencias y habilidades acordes a nuestros tiempos. Los robots no son ajenos a a nuestros niños. Hace tiempo que han dejado de ser parte de la ciencia ficción, de películas y series distópicas. Con la entrada del siglo XXI ya es una realidad que vamos conociendo poco a poco; también desde edades tempranas. Descubrimiento, innovación, impacto, inclusión, colaboración y diversión son conceptos complementarios. La robótica para niños suele asociarse al futuro, pero nada más lejos de la realidad: es tan contemporánea como cualquier otra actividad infantil. Todas las posibilidades imaginadas por la mente humana están a nuestro alcance y afecta a todas las edades.

En First Lego League Euskadi hubo soluciones ingeniosas. Se plantearon distintos retos, entre los que se encontraba un sistema estandarizado con lector de tarjetas RFID para preparar y entregar los lotes en los bancos de alimentos o una cinta transportadora que clasifica los paquetes de forma automática. No es fruto de la casualidad que un millar de estudiantes vascos se presentaran a la prueba. Durante el curso escolar existen talleres de robótica para niños y niñas desde los cinco o seis años. Diseñan los robots con sus propias manos y aprenden a hacer uso de herramientas creativas. Se les estimula con diversos retos de ingeniería, tratan de hallar una solución a los problemas planteados. Aprenden y se divierten, en definitiva.

¿Por qué debería un niño aprender a programar robots? ¿No resulta una actividad compleja que le pilla un tanto lejos? La respuesta puede sonar interesada, pues proviene de la famosa multinacional de juguetes danesa Lego, pero no les falta razón. "Es una oportunidad de construir y programar su propia versión de lo que debería ser un robot y cómo debería comportarse. (No es obligatorio decirles que también es una actividad educativa). Puede ser simpático, divertido, peligroso, útil, gracioso o incluso acrobático. Es un proyecto entretenido en el que pueden trabajar como pasatiempo, a solas, con amigos o con tu ayuda. Las posibilidades son infinitas".

El proyecto educativo Camp Tecnológico tiene como objetivo "despertar el interés" de los más jóvenes en las matemáticas, la ciencia, la tecnología o la ingeniería. "Nuestro foco es mejorar sus habilidades en estas áreas y, con ello, aumentar sus probabilidades de éxito académico y profesional futuro". La iniciativa surgió en Bilbao en 2011 de la mano de su responsable, Jesús Ángel Bravo Duque, quien quería brindarle la oportunidad de aprender programación y robótica a su hijo "junto a otros niños y niñas de su edad". Bravo Duque logró involucrar en su proyecto a diversas empresas de su entorno, entre ellas a Innobasque, y reunió, para su sorpresa, a "más de 250 chicos y chicas" en los primeros campamentos tecnológicos de verano. "El éxito de esa primera edición nos ayudó a reflexionar sobre la implícita necesidad que tienen las familias de complementar la educación de sus hijos con la tecnología y, desde entonces, trabajamos sobre esa base", explican.

En la actualidad, los campamentos de verano se han extendido a todas las capitales vascas y también han llegado a Madrid y Catalunya. En Les, Val d' Aran, los participantes aprenden en inglés los fundamentos básicos de programación y tecnología. Los precios varían ligeramente dependiendo de la ciudad. En Pamplona, uno de estos talleres (cinco días, de 9 a 14 horas) cuestan entre 151 y 160 euros, mientras que en Donostia la cifra escala hasta una horquilla de entre 188 y 199 euros. Se celebran en los meses de junio y julio y cuentan con alumnos de 7 a 17 años, con lo que las clases se "adaptan a cada franja de edad".

"El futuro es incorporar la educación en tecnología dentro del currículum oficial de los colegios", inciden desde Camp Tecnológico. "Consideramos la implantación curricular como un esencial para aquellos docentes que quieran estar actualizados en nuevas herramientas y metodologías educacionales". l

"La asignatura favorita de Aiala son las matemáticas

y la que peor se le da

es el inglés"

"Estoy aprendiendo robótica y me parece fácil porque me

gustan mucho los ordenadores"