on el objetivo de rescatar y divulgar las costumbres, cultura, forma de vida y etnología del Valle de Ultzama, nació la Fundación Ultzama, cuya sede es la granja escuela construida en Lizaso por nuestros anfitriones durante esta semana, Beatriz Ochotorena y Óscar Labat.

Este matrimonio navarrico tenía mucha ilusión en acercar el medio rural a gente ajena al campo. Así, su deseo era que personas de cualquier edad y, con o sin relación previa con los animales y el medioambiente, pudiesen disfrutar de una visita educativa, pero sobre todo agradable. Por ello, desde el principio tenían claro que la experiencia no debía echar para atrás a alguien de ciudad, como el propio Óscar. "Tenemos todo muy limpio y no hay olores fuertes, muy habituales en este tipo de lugares", asegura. Además, "los animales están muy preparados y están acostumbrados al trato con personas, porque no queremos ningún susto, por mínimo que sea. Todos nuestros animales están acostumbrados a las caricias y están deseando conocer a nuestros invitados", advierte Beatriz.

Al tratarse de animales abandonados o maltratados, agradecen mucho el cariño. Y es que la seguridad es uno de los alicientes que animan a vivir esta experiencia. Tanto es así que hay familias que acuden de forma periódica para intentar quitarles el miedo a sus hijos frente a los animales. Comenzaron a recibir visitas en el año 2013 y a día de hoy reciben una media de 7.000 visitas cada año. El precio es de 5 euros para niños de 2 a 11 años y 7 euros para adultos, con descuentos para grupos. "Hay familias, parejas o grupos que vienen a sentirse granjeros por un día o niños que vienen con el colegio para poner en práctica lo que han aprendido en clase", explican.

cada animal tiene su nombre

En estos momentos, Beatriz Ochotorena y Óscar Labat cuidan de un total de 64 animales. Cada uno tiene su propia hitoria y a cada uno le llaman por su nombre. "Hay quienes nos dicen que lo que tenemos en realidad es un hotel para animales", ríen. Y es que tienen "desde gallinas que se han caído de un camión, pasando por una yegua que iba al matadero, o el burro Antonio, que fue el regalo de una comunión. También hay una oveja que dejaron atada a una farola en una despedida de soltero o una cabra del circo francés", detallan.

Nos adentramos en la granja escuela de Ultzama junto a un grupo de visitantes para disfrutar de esta experiencia en primera persona. Comenzamos visitando el gallinero, donde podemos acercarnos a las gallinas despacito, para no asustarlas. "Son unos animales tan conocidos y a la vez tan desconocidos...", nos advierten, antes de explicarnos cómo debemos guardar bien los huevos, cuánto duran, cómo se organizan las gallinas o cuáles son las tareas que le corresponden al gallo del corral. "Lo cierto es que en la mayoría de los hogares se meten los huevos a la nevera, pero en realidad lo más recomendable es conservarlos a temperatura ambiente y no someterlos a cambios de temperatura. Así evitaremos que se estropeen y que exista riesgo de intoxicación por salmonella. Y aunque la fecha de caducidad se fija en 28 días desde su puesta, yo he comido huevos más allá de esa fecha y no pasa nada", asegura Ochotorena.

Después pasamos a la huerta, donde podemos observar un cultivo ecológico de tipo 'Parades en Crestall'. Beatriz se ha criado siempre entre animales y en el campo, pero no se conformaba con hacer las cosas "como se han hecho siempre". Su curiosidad e interés por aprender le hizo investigar y formarse en nuevos métodos. "Me fui hasta Palma de Mallorca a aprender esta técnica con Gaspar Caballero", advierte. 'Parades en Crestall' se trata de un sistema que permite trabajar la tierra utilizando la mínima superficie, con el mínimo trabajo de siembra y la mínima cantidad de agua. Requiere un mínimo mantenimiento y con él se obtiene la máxima producción. Además de estas ventajas, es un modelo que aboga por los cultivos naturales, por lo que huye de productos químicos, pesticidas o semillas genéticamente modificadas.

Al acceder al interior de la borda, nos encontramos con los conejos, junto a los cerditos Shin, Chan y Peggy, pero también al toro Vitorino, en compañía de otros animales que han parido recientemente o están convalecientes. Al salir, en los prados podremos dar de comer a los ponis Thor y Oddin, padres de un potro que se llama Manolo, y que conviven con los miniponis Punki y Mini Oddin, la yegua Ultzama, los burros de Encartaciones Ali y Roke con su hija Alba, y los burros Pili y Antonio. También podremos ver vacas dexter, ovejas assaf, latxas de cara negra, latxas de cara rubia y de raza navarra, cabras enanas y hasta ocas chinas