Relax y literatura en Albacete
Además de las navajas y los Miguelitos, Albacete es mucho más que un lugar de paso hacia zonas de costa. En la provincia puedes presenciar el nacimiento fluvial más espectacular de Europa, el del Río Mundo, que luce en todo su esplendor de octubre a mayo. También en esta región manchega encontrarás uno de los pueblos más bonitos del país, el de Alcalá del Júcar, con sus casas excavadas en la montaña en lo alto de un meandro. Y, una capital que te sorprende a cada paso con sus más de treinta edificios modernistas: la Fábrica de Harinas, el Edificio Banesto, el Casino Primitivo, el Gran Hotel, el Hotel Regina… aunque el más emblemático es, sin duda, el Pasaje de Lodares. La que muchos consideran la calle más bonita de España y uno de los pocos ejemplos de este tipo de galerías que tenemos en nuestro país, construido en los años 20.
El centro histórico de Albacete merece mucho la pena. Igual que su Parador, localizado a apenas cinco minutos de la ciudad. Y a pesar de su cercanía, el sosiego y la calma son los protagonistas de este enclave, vertebrado en torno a una casona, que recuerda a las posadas de El Quijote, pero actualizada, con preciosos jardines, terraza, piscina, pista de tenis y campo de golf. El deporte forma parte del estilo de vida de este recinto. Aunque el principal atractivo, más allá de sus acogedoras habitaciones, radica en su restaurante, que se mantiene fiel al estilo de quinta manchega y que ofrece auténticas delicias locales como el “mojete” (asadillo de tomate y pimiento), el “popular atascaburras”, el pisto manchego, irrenunciable, junto a las migas ruleras. Y todo un abanico de postres donde poner la vista y el paladar. Aunque sí hay uno que cautiva sobre los demás, es el helado artesano, por supuesto, de queso manchego.