Seis destinos únicos que suelen escaparse del radar

Los seres humanos tendemos a repetir patrones. Ya sea por trabajo, por rutina o por hacer mucho caso a la razón y poco al corazón. Pero siempre hay más, mucho más. Existen maravillas a nuestro alrededor, dispuestas a ser descubiertas siempre que nos atrevamos a adentrarnos en sus secretos.

La rutina también puede formar parte de las vacaciones. Es normal que, si hemos disfrutado en un destino, repitamos al año siguiente, de forma que, del mismo modo que se tiene un lugar de residencia, se termine teniendo un destino de vacaciones. Por ello, siempre es aconsejable introducir la variedad y la aventura en todas las facetas de nuestra vida. Es importante atreverse a descubrir nuevas experiencias, ya que cada destino ofrece algo único.

Hay lugares icónicos que todo el mundo quiere visitar. Enclaves que reciben a millones de turistas y se convierten en auténticos centros de peregrinación. A pesar de ello, cada vez se tiende más hacia otro tipo de destinos. Los llamados “dupe” o “sustitutivos”, que resultan más cercanos, más económicos, menos masificados y que ofrecen experiencias inéditas y más originales. Donde antes se pensaba en París, ahora se prefiere Burdeos. La nueva Hawaii está ya en Las Azores. Y la Riviera Albanesa es la alternativa más interesante a la francesa. ¿Y en España? Aquí ocurre lo mismo.

Las grandes ciudades, los destinos de costa y el verde norte de España están dando paso a otro tipo de lugares de incuestionable atractivo, que no suelen estar en el punto de mira turístico. Y ahí está precisamente su encanto. Porque aún quedan sitios que pueden sorprenderte, insólitos, con una frescura que ya no se encuentra en los destinos más convencionales. Son enclaves más desconocidos para el gran público, que a veces pasan inadvertidos como lugar de paso, y que tienen vocación de sorprenderte. En ellos, además, hay un Parador donde quedarse y disfrutar de la tranquilidad de sus estancias, de la historia del lugar, de la naturaleza de los alrededores y de una rica gastronomía que te acerca a los mejores platos de la cocina regional. No echarás de menos nada…

Antequera, modernidad en el sur

Antequera cuenta con un encanto especial que nada tiene que envidar a otros destinos de la costa malagueña. No sólo por su localización, históricamente en zona fronteriza entre la España cristiana y musulmana y por estar bien ubicada para conocer las ciudades de Málaga o Granada. También por su estética: de pintoresco pueblo blanco con imponente alcazaba. Y, como todo buen pueblo con historia, por sus leyendas. Precisamente, una de ellas nos lleva hasta la emblemática roca que domina el perfil de la ciudad y que atiende al nombre de La Peña de los Enamorados. Nombre que alude a la historia de amor imposible entre un joven cristiano y la hija del Jalifa, pareja que, en su huida bajo las flechas de los guerreros, acaba arrojándose al vacío desde la cima de esta pintoresca roca que se divisa desde muchos puntos de la ciudad.

La Peña de los Enamorados se divisa desde varios puntos de la ciudad. Uno de ellos es el Parador de Antequera, un alojamiento moderno que rompe con la imagen histórica de muchos de sus edificios y brinda al viajero un refugio de tranquilidad total. Rodeado de jardines y con unas vistas estupendas a la vega antequerana, te sorprende en cada rincón por sus idílicos rincones y espaciosas estancias, que invitan a relajarse. Además, como buen referente de la cocina tradicional malagueña, en su restaurante podrás probar todo un abanico de recetas que apelan a la identidad local, como la porra antequerana, el pío antequerano, el bienmesabe o el angelorum, un postre de huevo y azúcar, tan divino como su nombre, que elaboraban antiguamente en los conventos. Y todo ello disfrutando de increíbles vistas.

Con las pilas cargadas, además de los atractivos monumentales de la ciudad, no olvides conocer el entorno natural y el paraje kárstico de El Torcal, posiblemente el más espectacular de Europa.

Parador de Antequera
Parador de Antequera

Relax y literatura en Albacete

Además de las navajas y los Miguelitos, Albacete es mucho más que un lugar de paso hacia zonas de costa. En la provincia puedes presenciar el nacimiento fluvial más espectacular de Europa, el del Río Mundo, que luce en todo su esplendor de octubre a mayo. También en esta región manchega encontrarás uno de los pueblos más bonitos del país, el de Alcalá del Júcar, con sus casas excavadas en la montaña en lo alto de un meandro. Y, una capital que te sorprende a cada paso con sus más de treinta edificios modernistas: la Fábrica de Harinas, el Edificio Banesto, el Casino Primitivo, el Gran Hotel, el Hotel Regina… aunque el más emblemático es, sin duda, el Pasaje de Lodares. La que muchos consideran la calle más bonita de España y uno de los pocos ejemplos de este tipo de galerías que tenemos en nuestro país, construido en los años 20.

El centro histórico de Albacete merece mucho la pena. Igual que su Parador, localizado a apenas cinco minutos de la ciudad. Y a pesar de su cercanía, el sosiego y la calma son los protagonistas de este enclave, vertebrado en torno a una casona, que recuerda a las posadas de El Quijote, pero actualizada, con preciosos jardines, terraza, piscina, pista de tenis y campo de golf. El deporte forma parte del estilo de vida de este recinto. Aunque el principal atractivo, más allá de sus acogedoras habitaciones, radica en su restaurante, que se mantiene fiel al estilo de quinta manchega y que ofrece auténticas delicias locales como el “mojete” (asadillo de tomate y pimiento), el “popular atascaburras”, el pisto manchego, irrenunciable, junto a las migas ruleras. Y todo un abanico de postres donde poner la vista y el paladar. Aunque sí hay uno que cautiva sobre los demás, es el helado artesano, por supuesto, de queso manchego.

Parador de Albacete
Parador de Albacete

Naturaleza y delicias de la tierra en Manzanares

También en La Mancha, Ciudad Real presume de tres paraísos naturales únicos: el Parque Natural de Cabañeros, al que se le conoce como el Serengueti español; las Lagunas de Ruidera, un precioso conjunto lagunar; y las Tablas de Daimiel, humedal único en Europa por su alto valor ecológico. A un paso de estos enclaves, de incalculable valor natural, encontramos Manzanares, referente como destino turístico de interior con su castillo, su ermita, su iglesia, su museo del queso, su molino, su bonito ayuntamiento… Una preciosa localidad, a un paso de la famosa Almagro, que hará las delicias de los que buscan un destino alternativo, con opciones culturales y naturales a su alcance. Y para descubrirlas todas, el Parador de Manzanares, a las afueras de la localidad, es el sitio ideal para quedarse. Una tranquila casa castellana que aún guarda vestigios de su pasado como albergue de carretera. Allí podrás sucumbir a la cocina cervantina y al placer de unas buenas migas, de una paletilla de lechal manchego o al siempre aclamado pisto.

Punto de partida de rutas de interés, el Parador propone también originales actividades, dentro de su programa Naturaleza para los Sentidos, que te invitarán a descubrir cómo es la vida de un pastor, cómo se desarrolla el cultivo del olivo y cómo funciona un cortijo manchego que cuenta con una de las bodegas más importantes del siglo XIX.

Parador de Manzanares
Parador de Manzanares

Vive la mezcla cultural en primera persona en Ceuta

Cruzamos ahora el Estrecho para descubrir Ceuta. Una ciudad, con 21 kilómetros de costa, un casco antiguo muy español y ciertamente modernista, y una serie de atractivos islámicos que nos recuerdan su geográfica ubicación. Para disfrutar de su exotismo, la Puerta Califal, el Santuario de Sidi Bel Abbas o los Baños Árabes, son algunas de las visitas imprescindibles. Y para saborear su historia, la Plaza de la Constitución, la Catedral de Nuestra Señora de África, el Palacio de la Asamblea y, como no, las Murallas Reales, que son las únicas renacentistas de toda España con canal navegable.

Adosadas a ellas, precisamente, justo donde se forjó la leyenda de las columnas de Hércules, el viajero se topa con un maravilloso Parador. Un edificio que mira al Mediterráneo, al Foso Real y al Monte Hacho. Con piscina, exuberantes jardines con palmeras y todo un abanico de instalaciones para disfrutar de una buena escapada a esta apasionante ciudad. Además, cuenta con dos suites emplazadas en las históricas bóvedas del antiguo parque de Artillería y en su restaurante, de cocina ceutí, marroquí y de herencia andaluza, se refleja el crisol cultural de este enclave. No vuelvas a casa sin probar el arroz caldoso a la marinera, las frituras de pescado, la breua o el tajín picantón a la moruna. El plan exótico, que estabas buscando. Y sin necesidad de irse muy lejos.

Parador de Ceuta
Parador de Ceuta

Tesoros escondidos en Penalva do Castelo

Portugal es mucho más que Lisboa, Oporto o El Algarve. Hay infinidad de atractivos que no deberían pasarse por alto. Como ejemplo, El Parque Natural de la Sierra de la Estrella, la mayor área protegida de Portugal, o la antigua ciudad de Viseu, con una preciosa catedral y un puñado de pintorescas calles con edificios históricos. No muy lejos de allí, en Penalva do Castelo, tendrás la posibilidad de alojarte en el Parador de Casa da Ínsua. El primero y único de la red fuera de España. Una casa solariega del XVIII, de estilo barroco, que ofrece infinitas posibilidades en su finca: desde un museo que recorre la vida e historia de los fundadores del lugar, hasta una bodega de producción propia con vinos de denominación de origen del Dão. Además de una granja con productos locales, como el queso Serra da Estrela y las manzanas Bravo Esmolfe para la producción de mermeladas, que puedes elaborar si participas en alguna de las experiencias que propone este alojamiento de estilo barroco.

Pero sin duda, si algo te enamorará a primera vista de este lugar son sus impresionantes jardines, donde no faltan estanques, plantas exóticas y bellas esculturas. Para recorrerlo y disfrutar plenamente de este refugio portugués necesitarás varios días. Y volverás a casa con la sensación de haber vivido una experiencia diferente que te conecta con la historia, la tradición y las raíces portuguesas. Un destino diferente y original.

Parador de Casa de Insua
Parador de Casa de Insua

Un viaje al pasado en Santo Domingo de la Calzada

De origen legendario, la villa riojana de Santo Domingo de la Calzada, a orillas del río Oja, ofrece a visitantes y peregrinos no solo el final de etapa del Camino Francés también cuenta con un entramado de calles de trazado medieval, por las que te agradará pasear para descubrir su imponente catedral y su retablo renacentista. Si la visitas, tienes que acercarte también a San Millán de la Cogolla, cuna de la lengua española y sede de dos monasterios declarados Patrimonio de la Humanidad. Y, por supuesto, degustar los buenos vinos que esta región ha cosechado. La escapada no puede ser más auténtica. ¿O sí?

Si te alojas en uno de los Paradores de esta localidad, porque tiene la suerte de tener dos, la experiencia será completa. Además del popular y emblemático Parador de Santo Domingo de la Calzada, a escasos metros del centro descubres otra de las joyas históricas de la red hotelera: el Parador de Santo Domingo Bernardo de Fresneda, ubicado en un ala del antiguo convento de San Francisco y construido por Fray Bernardo, célebre franciscano en esta villa, amigo del Cardenal Cisneros, que pasó a la historia por ser confesor real de Felipe II, ser obispo de Zaragoza, bendecir la primera piedra que se puso en El Escorial y, en lo que atañe a esta localidad, ser uno de los benefactores de la zona, al proyectar el colegio universitario de la ciudad. En el Parador, además de su historia, te sorprenderá descubrir el precioso patio de novicios y dejarte tentar por las delicias de su maravilloso desayuno. Porque no hay nada como empezar el día saboreando la historia y la tradición.

Parador de Santo Domingo Bernardo de Fresneda
Parador de Santo Domingo Bernardo de Fresneda

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