sin campanadas a medianoche, sin doce uvas. Esta es la tercera Nochevieja que Zestoa no puede celebrar las campanadas de la parroquia Natividad de María, cuyo campanario fue destrozado por un rayo en 2017. Pero la espera ya casi ha llegado a su fin, ya que la empresa cántabra Hermanos Portilla prevé reinstalar las campanas después de Reyes, en la segunda o tercera semana de enero.

En total son cuatro campanas las que sonarán en Zestoa: "Dos de ellas pesan alrededor de 900 kilos y las pequeñas, 400 kilos", detalla Marcos Portilla uno de los restauradores de las campanas.

Cuando llegaron hace dos años a las manos de los Portilla, una de ellas estaba totalmente rota por lo que han tenido que hacer una nueva: "Hemos tenido que hacer una réplica de la rota utilizando bronce como material base, para respetar su aspecto".

Las otras, sin embargo, "estaban afectadas por la caída del agua", recuerda el campanero. Por ello, han tenido que realizar una limpieza interior y exterior además de cambiar a una de ellas el motor, entre otros trabajos.

Según han adelantado, después de las vacaciones de Navidad, el primer trabajo de los cántabros será instalar las de Zestoa. Las campanas llegarán al municipio en unos camiones especiales para, una vez allí, subirlas hasta la cúpula con ayuda de unas grúas. "Es una maniobra aparatosa, pero lo más difícil ya está hecho", dice Portilla.

Alto coste

No cabe duda que la recolocación de estos objetos generará una gran expectación en el municipio, similar a la que se vivió el día del suceso. El campanario de Zestoa quedó hecho añicos tras el impacto de un rayo el 1 de diciembre de 2017. El rayo cayó sobre la cúpula superior del edificio, donde se situaba el pararrayos, y, además de la cúpula, también el interior sufrió daños.

Tal y como recuerdan los vecinos de la localidad, el relámpago sonó como un enorme estruendo en todo el municipio. De golpe, se desprendieron numerosas piedras desde 35 metros de altura. En cuanto al interior, se registraron destrozos en la parte del coro, al igual que en el tejado del soportal de la entrada principal y en el resto de la cubierta. Además, el órgano parroquial que había sido renovado recientemente sufrió daños. La descarga eléctrica quemó asimismo la sacristía y el cuadro eléctrico y también se vieron afectados los sistemas de megafonía y proyecciones.

Dos años después, el único trabajo que queda por hacer es pintar y después colocar las campanas.

El Ayuntamiento, por su parte, ha aprovechado para restaurar el reloj, cuya titularidad es municipal pese a que ha estado siempre colocado en la iglesia. "Los ciudadanos han sido clave en este proceso, ya que han ayudado con varios consejos con el objetivo de conservar la figura del reloj", señalan desde el Consistorio.

De momento, el reloj está provisionalmente en una de las salas del ayuntamiento a la espera de que llegue el momento de instalarlo en el campanario. Aunque aún no se ha precisado el coste exacto que supondrá su recolocación en la torre del campanario, el restaurador Xabier Álvarez estima que rondará los 8.000 o 10.000 euros. El equipo de gobierno ha asegurado en los presupuestos de 2020 una partida para hacer frente al coste de esta actuación.

El gasto también será elevado para la iglesia, ya que los daños materiales costarán alrededor de un millón de euros. El seguro ha aportado 650.000 euros y algunos vecinos también han ayudado con aportaciones económicas a la parroquia, pero es la iglesia quien se tendrá que hacer cargo de la cantidad restante.

Durante todo este tiempo la iglesia ha permanecido cerrada y las misas han tenido lugar en la pequeña capilla de la residencia San Juan. Los funerales, por su parte, se han celebrado en las iglesias de Aizarna y Arroa. Tras dos años de espera el edificio, con más de 300 años de historia, reabrirá sus puertas después de que se coloquen las cuatro campanas y el reloj, que será seguramente el deseo que pedirán muchos zestoarras esta noche.

Urola Kosta