esde hace algunos años, los tatuajes están de moda. Se tatúan el pobre y el rico, la madre y el hijo. Pero si hay un colectivo que destaca por sus tatuajes, es el de los futbolistas. Algunos, además de hacerse tatuajes, los hacen. Es el caso del jugador del Urola Juan Núñez, que tiene un estudio en Zumarraga.

Núñez trabaja por las mañanas en el servicio de limpieza del Ayuntamiento de Azpeitia, localidad donde nació y donde reside, y por las tardes atiende en el salón de tatuajes Morleo de la calle Secundino Esnaola de Zumarraga. Los días de entrenamiento, tras echar la persiana, sube al campo de fútbol Argixao.

Tiene algunos tatuajes en su cuerpo y, como siempre le ha gustado dibujar, decidió aprender a tatuar. “Fui a una academia de Donostia, a aprender cómo se utiliza la máquina. Hicimos las prácticas sobre piel sintética y sobre fruta. Mi primer tatuaje sobre piel se lo hice a un primo mío. Fue él mismo quien se ofreció. Al principio te da un poco de miedo, pues no es lo mismo trabajar sobre piel sintética que sobre la piel de una persona. Los trabajos grandes permiten correcciones pero los pequeños...”.

Trabajó en su casa de Azpeitia, hasta que una amiga le ofreció trabajar en Zumarraga. “El estudio en el que trabajo ahora era de una chica de An-tzuola. Hice el curso con ella y me ofreció compartir local. Poco antes de la pandemia, decidió dejar el estudio y lo cogí yo”.

Está muy a gusto, pero dice que compaginar dos trabajos es duro. “Los tatuajes exigen mucha dedicación. Hay que hablar con el cliente, hacer el diseño, tatuar... Diseño con la ayuda de un iPad. Mis diseños se pueden ver en Instagram y Facebook. Algunos clientes ya conocen mi trabajo antes de venir aquí. Suele venir gente de la zona: Zumarraga, Urretxu, Azpeitia, Azkoitia, Donostia, Durango... Vienen más mujeres que hombres y la mayoría de los clientes tienen entre 18 y 25 años. Se hacen más tatuajes pequeños que grandes y la mayoría se hacen en los brazos. Nunca me han pedido nada que me haya parecido muy raro”.