n primavera se derribarán las casas de Piedad 1 y Kalebarren 2 y 4. En Kalebarren 2 y 4 están ubicados dos míticos bares de Zumarraga: Alaska y Unanue.

En el bar Unanue trabajaron tres generaciones de la familia Unanue. En aquellos tiempos, muchas familias iban a misa y después acudían al Unanue a tomar un vino o un vermú y unas gambas a la gabardina. Muchos vecinos aún se acuerdan de las gambas del Unanue. Las compraban frescas, en la pescadería Calvo.

El Unanue fue uno de los bares favoritos de muchos zumarragarras y urretxuarras, pero también tenía clientes de fuera. Algunos, muy ilustres. Los Unanue son del Athletic y la mejor plantilla que ha tenido el club bilbaino en su centenaria historia visitó el Unanue una vez, invitada por el dueño. Zarra, Venancio, Panizo, Gainza y compañía tuvieron ocasión de probar los manjares del Unanue.

Pero no todo era fiesta en Kalebarren: cada vez que había una tromba de agua el Unanue se inundaba. El Alaska y el Unanue se encuentran en el punto más bajo de Kalebarren y el agua que llegaba de Eitza y del río entraba en estos dos bares. Los Unanue, hartos de las inundaciones, cerraron el bar tras la riada de 1988.

En cuanto al Alaska, pasó por muchas más manos que el Unanue. Amaia Legaristi trabajó en el Alaska en los años 80. Su difunto marido, Kepa Olazabal, comenzó a trabajar en el Alaska mientras estudiaba. Cuando su jefe dejó el bar para ir al Eitza, Olazabal cogió el Alaska. Legaristi tenía solo 19 años. “Poníamos música euskaldun y los fines de semana muchas cuadrillas quedaban en nuestro bar, pues estaba cerca del Tiffany’s. Entre semana venían muchos txikiteros. Y fuimos los primeros en disfrazarnos el martes de carnaval, junto con Julián el del HD y algunos otros. Dejamos el bar tras las segundas inundaciones”.

Uno de los que más años estuvo a cargo del Alaska fue Rober García. “Lo cogí en 1998, con Marian Sanz. Lo renovamos y pusimos terraza. Venía gente de todas las edades. Fueron años muy buenos. En ningún otro bar he disfrutado tanto. Organizamos las fiestas de Kalebarren, trajimos un grupo que tocaba canciones de los Beatles...”.

García dejó el Alaska en 2013. Desde entonces ha pasado por varias manos, pero lleva un tiempo cerrado. Algunos antiguos clientes todavía se reúnen para charlar junto a la ventana del bar. Pronto se tirará el edificio y dejarán de hacerlo. Solo les quedarán los recuerdos. Buenos recuerdos.